Fue también el emperador romano Adriano el que en el 133 después de Cristo ordenó construir, delante de su monumental tumba, un puente, del que todavía hoy puedes reconocer tres arcos originales, los del centro. Puente en el que mil doscientos años más tarde, en el lado opuesto al castillo, el papa Clemente VII hizo colocar las estatuas de los santos Pedro y Pablo. Comienza así la historia del puente de Sant'Angelo, destinado a convertirse en una galería de esculturas al aire libre, un desfile de maravillosas estatuas barrocas suspendidas sobre el curso del río.
Si bajas para observar el puente desde abajo todavía podrás reconocer la estructura original: los arcos de los extremos en cambio se renovaron en la segunda mitad del siglo XVII, siendo reformados posteriormente a finales del XIX, durante la reordenación de las orillas del Tíber. También en la segunda mitad del XVII, cuando se reformó todo el puente con la incorporación de nuevos arcos y modernos parapetos, se decidió decorarlo aún más con diez estatuas de ángeles. Confiados al ya anciano Gian Lorenzo Bernini y a un selecto puñado de colaboradores, los ángeles del puente sostienen símbolos de la Pasión de Cristo.
Además de realizar todo el proyecto imponiendo su estilo inconfundible, Bernini esculpió personalmente dos ángeles, pronto sustituidos por copias, cuyos originales puedes admirar en la iglesia de San Andrés delle Frate.
Las diez estatuas forman una especie de "exposición colectiva" de los escultores activos en Roma a finales del siglo XVII.
Ahora, si estás en el puente, te sugiero que aproveches para observar, sobre la imponente mole fortificada del castillo, la galería de Julio II, que reconocerás por sus esbeltas y elegantes columnas de mármol. Fue construida a principios del XVI, en sustitución de un antiguo balcón descubierto que se asomaba al Tíber. Debajo puedes ver un gigantesco escudo que recuerda la conclusión de los trabajos ordenados por Alejandro VI.
CURIOSIDAD: el puente está vinculado a la memoria de Beatrice Cenci, que pertenecía a una de las familias más nobles y ricas de Roma, y que con 22 años fue condenada a la decapitación por matar a su padre, hombre violento y perverso. Se dice que, desde entonces, la noche entre el 10 y el 11 de septiembre, la joven noble se aparece sobre el puente Sant'Angelo, recorriéndolo en silencio y sosteniendo su cabeza entre las manos.