Enrico VII de Luxemburgo (1275-1313), conde de Luxemburgo, se convirtió en rey de Alemania en 1308 e emperador del Sacro Imperio Romano en 1312. Su breve reinado buscaba consolidar la autoridad imperial en Italia, pero fue desafiado por las facciones güelfa y gibelina. En 1311, emprendió una expedición a Italia donde enfrentó la hostilidad del papa Clemente V, Felipe IV de Francia y Roberto de Anjou, rey de Nápoles. Enrico buscó ser coronado papalmente en Roma en 1312, pero las tensiones crecieron. Asedió Florencia en 1312, pero tuvo que renunciar. En 1313, después de conquistas y negociaciones, enfermó y murió en Buonconvento, posiblemente envenenado. Su muerte marcó el fin de las esperanzas imperiales en Italia.