Acércate ahora a la basílica recorriendo el inmenso aunque acogedor espacio de la plaza, mandada construir por el papa Alejandro VII y diseñada por Gian Lorenzo Bernini.
Debes saber que hasta mediados del siglo XVII esta zona se presentaba como un amplio espacio cubierto de tierra, en el centro del cual destacaba, aislado, el obelisco egipcio. Ya se habían elaborado varios proyectos para una plaza octogonal o rectangular, pero ningún arquitecto o urbanista había pensado en una solución que tuviese en cuenta a las decenas de miles de personas que acudían a la plaza para las celebraciones solemnes.
En 1656 el papa Alejandro VII confía la empresa al mayor arquitecto de la época, Gian Lorenzo Bernini, que tenía ya casi sesenta años. El escultor y arquitecto se encuentra, en primer lugar, con la necesidad de estructurar la plaza con el fin de armonizarla con la fachada de la basílica, que se había construido relativamente baja y ancha, con el objetivo de permitir que sobresaliese la grandiosa cúpula de Miguel Ángel. En segundo lugar, la nueva plaza tenía que conectar la basílica con el palacio del papa, para permitirle impartir la bendición a los peregrinos.
Bernini concibe un ancho espacio oval rodeado por un semicírculo de columnatas, que se conectan a la iglesia a través de los dos lados rectos que forman la zona más cercana a la misma. Mira esta columnata colosal, y verás cómo se abre para abrazar virtualmente a toda la ciudad, así como a la comunidad de fieles, aunque también desempeña la función práctica de proteger de la intemperie a las multitudes que se reúnen delante de la basílica.
Un óvalo, por lo tanto, que se desarrolla en torno a las dos fuentes barrocas con surtidores situadas a los lados del obelisco central. Las columnas de estilo dórico, solemnes y macizas, están coronadas por una franja continua, y simbolizan el poder de la Iglesia. Todas las estatuas que ves en la parte superior de las columnatas representan a santos, ¡y son nada menos que 140!
Piensa que el proyecto incluía también un tercer brazo, nunca construido, que sólo tenía abiertos los lados, para hacer aún más espectacular el acceso a la plaza; además, la apertura de la via della Conciliazione, en el siglo XX, puso en peligro la ordenación de Bernini, que imaginaba la plaza como un lugar sagrado, separado de la ciudad.
CURIOSIDAD: el obelisco de la plaza de San Pedro fue erigido por orden del papa Sixto V. La laboriosa operación estuvo a punto de salir mal: afortunadamente, un capitán de barco ligur sugirió aplicar "agua a las cuerdas", es decir, humedecer las cuerdas de cáñamo que servían de tirantes a la hora poner en posición vertical el pesado monolito. El papa se lo agradeció concediéndole la exclusiva en Liguria del suministro de ramas de palma y olivo para las celebraciones de la Pascua.