A la plaza Colonna se asoma el histórico Palacio Chigi, que data de finales del siglo XVI. Este edificio, que hoy es sede de la Presidencia del Consejo, está prácticamente unido al vecino Palacio de Montecitorio, componiendo así un conjunto arquitectónico destinado a la política. Debes saber que a partir de 1871, cuando Roma se convirtió en capital del Reino de Italia, los máximos órganos del Estado ocuparon para sus sedes antiguos palacios que en el pasado habían pertenecido a papas, cardenales y familias nobiliarias. Por ejemplo, el Senado se instaló en el Palacio Madama, de finales del siglo XV, donde todavía hoy tiene su sede el Senado de la República, mientras que para la Cámara de los Diputados se eligió precisamente el Palacio de Montecitorio, que había sido construido por Gian Lorenzo Bernini en 1650 por encargo del papa Inocencio X Pamphili.
Para los diputados se construyó en el patio una sala de madera, mientras que las salas interiores se decoraron apresuradamente con muebles y tapices tomados del Palacio Real de Caserta. La primera sesión se celebró el 27 de noviembre de 1871, pero la sede pronto resultó inadecuada: llena de corrientes de aire en invierno, calurosa en verano, con una acústica imposible y ¡a la más mínima lluvia el agua se filtraba a través del techo! Descartada la idea de construir una nueva sede, toda la parte posterior de Montecitorio se reconstruyó por completo, ampliándola. En una valiente decisión, detrás de la antigua fachada barroca se creó un edificio totalmente moderno, cerrado por cuatro torres modernistas. El arquitecto supo crear un complejo funcional y espectacular, con algunas ocurrencias que han entrado a formar parte de la historia de la política italiana: por ejemplo, el llamado salón del Transatlántico, que debe su nombre a que tiene un techo similar a los que se instalaban en los transatlánticos de principios del siglo XX. El "nuevo" Montecitorio se inauguró en 1918: después de medio siglo, el Parlamento italiano había encontrado finalmente su hogar.
CURIOSIDAD: el obelisco egipcio que puedes ver delante de Montecitorio conmemora al faraón Psamético II y tiene más de 2.500 años: un arquitecto moderno le colocó en la punta una esfera calada, a través de la cual el sol, como en un reloj, debería marcar las horas sobre el pavimento de la plaza. Pero no pierdas el tiempo mirando al suelo: ¡el reloj de sol nunca ha funcionado!