Las virtudes cardinales son un conjunto de cuatro virtudes fundamentales que se consideran la base de todas las demás virtudes. Estas son la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza. La prudencia se refiere a la capacidad de tomar decisiones correctas y actuar con sabiduría. La justicia se refiere a actuar con equidad y tratar a todos de manera justa. La fortaleza se refiere a la capacidad de enfrentar los desafíos y perseguir el bien con valentía. La templanza se refiere a la moderación y el autocontrol en el uso de los placeres y deseos. Las virtudes teológicas, por otro lado, son tres virtudes sobrenaturales que son infundidas por Dios y nos ayudan a relacionarnos con Él. Estas son la fe, la esperanza y la caridad. La fe nos permite creer en Dios y en su revelación. La esperanza nos da confianza en la vida eterna y en las promesas de Dios. La caridad se refiere al amor perfecto que debemos tener hacia Dios y hacia nuestro prójimo. En relación con el texto mencionado, San Franciso de Asís es conocido por su profunda conexión y amor por la naturaleza y los animales, lo que podría atribuirse a la virtud teológica de la caridad, que implica amar y cuidar de toda la creación de Dios.