Después de volver al "portego" habrás subido a la segunda planta, que se abre con una galería decorada por grandes lienzos de maestros venecianos, naturalmente del siglo XVIII. Y aquí, si nunca lo has visto, es el momento de conocer a Canaletto, que como ningún otro ha sabido captar la atmósfera de la ciudad y trasladarla a un lienzo. Su verdadero nombre era Giovanni Antonio Canal, y pintó cientos de vistas, inmortalizando las panorámicas y los rincones más apreciados de Venecia. Sus obras estaban dirigidas principalmente a los viajeros internacionales, y por eso, irónicamente, ¡son escasas en Italia e incluso en la propia Venecia!
Después de Canaletto, en una sala que recoge una treintena de pequeños lienzos, te espera otro genio de la pintura dieciochesca: Pietro Longhi. Dotado de un sentido del humor, una curiosidad y una vitalidad extraordinarios, Longhi se especializó en escenas de la vida cotidiana. En sus cuadros, ambientados casi siempre dentro de edificios, encuentras un extraordinario repertorio de trajes, personajes y situaciones que parecen transformar el mundo en un escenario. Entre todos, te recomiendo El rinoceronte, que muestra al animal exhibido en un pabellón frente a un público atónito. En el techo puedes ver un lienzo de Giambattista Tiepolo.
Después de la Sala de las Lacas, con muebles decorados en oro y verde según una técnica veneciana que incorpora el gusto internacional por lo "chinesco", llegas a la Habitación de la Alcoba, donde conocerás la intimidad de una familia noble. A tu alrededor, todo está como entonces: todos y cada uno de los detalles del mobiliario y la decoración. Pero ahí no acaba la visita: en la parte opuesta del "portego" te aguarda la enésima sorpresa. Se trata de la reconstrucción perfecta de una de las famosas villas de las tierras del interior, de la zona de recreo del río Brenta, y es precisamente la de la familia Tiepolo, repleta de maravillosas pinturas. Así que por una vez, no son trabajos por encargo, de hecho Giandomenico, hijo y colaborador del famoso Giambattista, pintó estos frescos para él y su familia. Son imágenes de serenidad, pero también puedes notar un aire de melancolía, casi un presagio del fin de la Serenísima: como en la célebre serie de escenas que representan los juegos de Polichinela.
CURIOSIDAD: tu viaje a través del tiempo continúa también en la tercera planta, donde puedes disfrutar de un encantador teatrillo de marionetas y encontrar una farmacia de la época, con todos sus muebles, jarrones, objetos, estanterías... ¡hay incluso una trastienda!