¡El Museo Correr es una de las colecciones más famosas de Venecia!
El lateral de la plaza de San Marcos que está enfrente de la iglesia, donde te encuentras ahora, fue reconstruido a principios del siglo XIX en un elegante estilo neoclásico y alberga la sede principal del Museo Correr. El nombre proviene de un noble veneciano que a mediados del siglo XIX trabajó por la creación de museos públicos. Como puedes imaginar, el patrimonio de una ciudad como Venecia tiene un incalculable valor histórico y artístico, que con el paso del tiempo ha seguido ampliándose. Por eso se ha dividido por géneros y distribuido en diferentes edificios: el arte moderno en Ca' Pesaro, el del siglo XVIII en Ca' Rezzonico, las ciencias naturales en el Fondaco dei Turchi, el vidrio en Murano, los encajes en Burano, las antigüedades en el Museo Arqueológico, los recuerdos del mundo del teatro en la Casa di Goldoni, etcétera.
En la sede de la plaza de San Marcos, que se extiende también a las salas del Ala Napoleónica, visitarás dos colecciones de gran interés: las reliquias históricas de la Serenísima y la pinacoteca, con importantes pinturas de la escuela veneciana, a las que se unen el Museo del Risorgimento y la colección de dibujos y grabados.
Quedarás fascinado además por la propia sede, bellamente restaurada.
Una vez que subas la monumental escalera doble llegarás al gran salón de honor, que en otro tiempo fue el salón de baile del palacio. Realizado a principios del siglo XIX, es el escenario perfecto para algunas obras maestras de Antonio Canova, el mayor escultor europeo de su tiempo, considerado como el máximo representante del neoclasicismo. Las obras que ves aquí pertenecen a una fase todavía juvenil, cuando el entonces veinteañero escultor se formaba en la Academia, antes de trasladarse a Roma. El grupo de mármol de Dédalo e Ícaro, realizado en 1779, le dio a Canova sus primeros momentos de fama.
CURIOSIDAD: la estatua de Dédalo e Ícaro fue presentada por Canova cuando tenía veintidós años en la "Fiera della Sensa", la fiesta anual de la Ascensión, que en Venecia era un trampolín de lanzamiento para los artistas más prometedores. El escultor obtuvo el primer premio y así pudo permitirse un viaje de estudios a Roma.
Destinado a ser famoso y rico, Canova había nacido sin embargo en el seno de una familia pobre de un pequeño pueblo del Véneto, cerca de las montañas.