La sala en la que te encuentras ahora, también rica en dorados y pinturas, es la Sala del Senado o dei "Pregàdi", llamada así porque en otro tiempo había que “rogar” a los senadores para que asistieran a las reuniones. A la derecha de la tribuna puedes admirar un vistoso reloj astrológico con los símbolos zodiacales, mientras que a lo largo de la pared están dispuestos los asientos de los senadores. Los lienzos ubicados en el macizo techo son obra de varios artistas de finales del siglo XVI, mientras que los de las paredes son en su mayor parte de otro gran maestro veneciano, Jacopo Palma el Joven.
Ahora has entrado en la parte del palacio destinada a la administración de justicia, y llegarás rápidamente a la sala en la que se reunía la temida magistratura del Consejo de los Diez, que debía supervisar la seguridad de la ciudad y el Estado.
Salvada del gran incendio que asoló el palacio en el siglo XVI, en la sala puedes disfrutar del debut en Venecia de Paolo Veronese, que fue llamado para pintar algunos lienzos del techo después de haberse destacado en la decoración con frescos de varias villas venecianas. Piensa que tenía apenas veinticinco años, pero no tardó en salir a relucir su excepcional capacidad para hacer que las escenas simbólicas más complicadas resultasen vivas y concretas: gracias al encanto de sus figuras, cada sujeto adquiría fuerza y vigor expresivo.
Antes de salir pasarás por la sala della Bussola, o de la Brújula, revestida con paneles de madera, que servía de antesala al Consejo de los Diez y para los inquisidores de Estado.
CURIOSIDAD: El Veronés es autor de tres de los nueve lienzos colocados en el techo de la Sala del Consejo de los Diez. Por desgracia, uno de ellos, el enorme óvalo central con Júpiter fulminando los vicios, es sólo una copia. El original, una de las obras maestras juveniles de El Veronés, fue tomado por las tropas francesas de Napoleón en 1797, y se encuentra en el Louvre.