PUENTE DE RIALTO, Lado San Marco

¡El Puente de Rialto es uno de los monumentos más simbólicos de Venecia!

Hasta la segunda mitad del siglo XIX el Puente de Rialto era el único paso entre las dos orillas del Gran Canal. En el resto de la ciudad, la única manera de pasar de una parte a la otra era confiar en los muchos "traghetti", o servicios de transbordador en barcas de remos: y aún hoy en día, si quieres experimentar la emoción de un viaje en góndola por unos pocos euros, puedes servirte de uno de estos "traghetti".

Naturalmente, el mejor lugar para observar el Rialto es desde el agua, y es probable que ya lo hayas hecho a bordo de un vaporetto: pero si el puente te parece imponente cuando pasas por debajo, muestra su imagen más bella cuando pasas por encima, viniendo desde la riva del Vin o desde el campo San Bartolomeo. Mientras tanto, te diré que "Rialto" viene de "rivus altus", es decir, el canal profundo y navegable del archipiélago de la laguna. El Rialto se encuentra exactamente en el centro del Gran Canal, y se corresponder con la parte más antigua de la ciudad, donde desde hace más de un milenio se celebra el mercado. En un precioso cuadro de Carpaccio, que quizás ya hayas visto en las Galerías de la Academia, descubrirás que hasta el siglo XVI el puente era de madera y la parte central consistía en pasarelas móviles que se podían elevar o retirar para permitir el paso de los barcos más grandes.

El puente que estás contemplando ahora se remonta a finales del siglo XVI y conecta los distritos de San Marco y San Polo. La reconstrucción en mampostería, decisiva para la imagen "moderna" de la ciudad, se llevó a cabo después de un emocionante concurso, en el que incluso participó el gran arquitecto Palladio, aunque no lo ganó. El proyecto de Palladio era muy elegante, pero francamente poco práctico: se componía de hecho de tres arcos, y como puedes imaginar los pilares habrían constituido un serio obstáculo para la navegación.

CURIOSIDAD: para financiar los trabajos de construcción del puente se pensó en instalar tiendas cubiertas, que se arrendaban a un elevado precio teniendo en cuenta que es el punto de paso más concurrido. ¡Definitivamente estos venecianos eran unos genios del comercio!