¡La Scuola di San Giorgio contiene algunas de las pinturas más maravillosas de Venecia!
Estás en el distrito de Castello, en una zona un poco alejada de los recorridos turísticos que, sin embargo, contiene una de las joyas artísticas de la ciudad: la Scuola di San Giorgio. Este palacio, llamado "degli Schiavoni" era el punto de referencia de los dálmatas residentes en Venecia, de hecho, la palabra "Schiavoni" se usaba para definir a los habitantes de Dalmacia y más en general a los eslavos de la costa adriática. El edificio estaba dedicado a los santos Jerónimo, Jorge y Trifón, protagonistas de los famosos cuadros de Carpaccio que estás a punto de admirar. Los tres santos no tienen ninguna relación entre sí, sin embargo, el pintor fue capaz de dar una notable homogeneidad a esta serie de pinturas, ejecutadas en los primeros años del siglo XVI.
Vittore Carpaccio es uno de los protagonistas del Renacimiento veneciano, famoso sobre todo por las grandes escenas narrativas que pintó para las "Escuelas", las típicas instituciones asistenciales venecianas. Las Galerías de la Academia poseen las de la vida de Santa Úrsula y sus milagros vinculados a un relicario de la Vera Cruz; otras se encuentran en la Ca' d'Oro; pero su único ciclo de pinturas que se ha mantenido en su sede original es precisamente el que estás a punto de ver.
Debes saber que cuando pintó estas obras, Carpaccio estaba en la cumbre de su fama, era muy demandado y estaba muy bien pagado, mientras que los dálmatas que se las encargaron no eran particularmente ricos: tal vez pidieran ayuda económica a los poderosos caballeros de Rodas, que tenían su sede en las cercanías. Lo que explicaría el carácter heroico de las escenas dedicadas a San Jorge, modelo ideal para los aristocráticos caballeros.
La Scuola degli Schiavoni fue fundada a mediados del siglo XV, pero fue reestructurada en la segunda mitad del XVI. Por ese motivo, las pinturas de Carpaccio se trasladaron desde el salón de la primera planta a la planta baja, donde todavía puedes verlas.
CURIOSIDAD: seguramente habrás oído hablar de los santos Jorge y Jerónimo. Pero ¿y Trifón? Es el más antiguo de todos, fue mártir en el siglo III, y es conocido por una particularidad: desde niño tuvo el poder de ahuyentar a los espíritus malignos de los cuerpos de los poseídos, materializándolos en forma de animales extraños y monstruosos. ¡Prácticamente fue el primer santo exorcista!