¡Westminster es una de las iglesias con más historia de Londres!
Reyes y reinas, militares y poetas, soldados desconocidos, científicos y personalidades políticas: en una atmósfera de absoluta solemnidad, desde hace casi un milenio y en el corazón de Londres, la abadía de Westminster, custodia los recuerdos de numerosas figuras de la historia del Reino Unido y su imperio. Una visita que te conmoverá por las maravillas arquitectónicas de este monumento y la emoción ligada a su importancia histórica.
El complejo fue durante medio milenio la sede de una abadía benedictina, y de hecho todavía hoy se la denomina "Abbey". El edificio data del año 1045, cuando Eduardo el Confesor eligió Londres como su residencia real. En 1066, después de la victoriosa batalla de Hastings, Guillermo el Conquistador entró en la abadía a lomos de su caballo, reafirmando así el vínculo indisoluble entre la iglesia y la monarquía.
Convertida en sede de las tumbas de los reyes y destino de peregrinación desde mediados del siglo XIII, la abadía se reconstruyó en estilo gótico. Al principio fueron maestros de obras franceses los que trabajaron en la parte posterior de la iglesia; luego, a lo largo del siglo XIV, las obras pasaron a manos de maestros constructores ingleses, que le dieron una impronta netamente local, muy diferente del modelo original francés, como puedes ver en la estructura de las naves.
Desde entonces ha habido pocos añadidos: a principios del siglo XVI la gran capilla construida por deseo de Enrique VII, y en la primera mitad del XVIII las dos torres de la fachada.
Para admirar la hermosa estructura gótica de la abadía te aconsejo que des una vuelta a su alrededor, empezando por el lado izquierdo, que está precedido por un jardín, pero recuerda que la decoración escultórica del exterior se renovó por completo a finales del siglo XIX.
En la fachada lateral izquierda, abierta en la parte superior por un espléndido ventanal gótico circular, puedes ver a diecinueve mártires cristianos en otras tantas hornacinas, del siglo XX.
CURIOSIDAD: en el año 616, San Pedro se le apareció a un pescador, y en ese punto se construyó un pequeño santuario, sobre el que luego Eduardo el Confesor decidió construir la iglesia. Para conmemorar la visión milagrosa, el 29 de junio de cada año, los pescadores del Támesis llevan un salmón al Santo, que es recibido por el padre superior de Westminster.