Además de ser una de las colecciones de pintura más extraordinarias del mundo, la National Gallery es sin duda la más económica: ¡es gratis!
Si quieres seguir un recorrido cronológico, te aconsejo que entres por la escalinata interior del Ala Sainsbury, en la que están esculpidos los nombres de los principales artistas presentes. Si en cambio prefieres la entrada "oficial", sube la escalera principal y ve al vestíbulo para elegir tu itinerario.
La colección se extiende por toda la planta baja, en torno a cuatro grupos de salas, divididas según un criterio cronológico: desde el siglo XIII al XVI en la zona azul, del XVI al XVII en la zona morada, del XVII al XVIII en la zona naranja y, finalmente, del XVIII al XX en la zona verde.
En raras ocasiones te ocurrirá, al visitar un museo, que adviertas tanto cuidado e inteligencia en la forma de presentar las colecciones a los visitantes. No hay una luz fuera de lugar, nunca hay dos cuadros juntos por casualidad o sin un criterio, los cartelitos contienen la información necesaria, y las obras, después de la polémica de las últimas décadas por algunas limpiezas excesivas, se conservan siempre de una manera impecable.
El recorrido se desarrolla de manera sencilla y clara desde la primera sala del Ala Sainsbury: es un verdadero placer observar el "montaje" de las secuencias visuales entre obras de diferentes países. Las salas principales dedicadas al siglo XV italiano, con su sucesión de arcos con perfiles de piedra gris y al fondo la Crucifixión de Rafael, son una verdadera obra maestra de las exposiciones artísticas.
Al final del ala más reciente, un rellano te dará acceso a las ricas salas dedicadas al siglo XVI. Protegida de las luces demasiado fuertes, en una sala aparte, aquí podrás admirar una obra maestra absoluta de Leonardo: el gran dibujo de la Virgen con Santa Ana.
Tras entrar en el edificio decimonónico, irás pasando de una obra maestra a otra; durante algunas salas siguen predominando los artistas italianos, hasta el doble retrato de los Embajadores de Holbein, que marca el paso a las otras escuelas europeas. Y el recorrido termina por todo lo alto con una selección de lienzos impresionistas.
No me queda más que desearte buen viaje... ¡un viaje a través de siete siglos de lo mejor de la pintura europea!
CURIOSIDAD: entre los muchos donantes que legaron obras al museo, el historiador del arte Denis Mahon es, probablemente, el que se llevó la mayor satisfacción.
En 1945, los conservadores del museo rechazaron comprarle un cuadro de Guercino por 200 libras. Cuando después de su muerte lo legó a la pinacoteca, ¡valía nada menos que 4 millones de libras!