¡La Tate Britain es uno de los lugares más británicos de Londres!
El gran edificio neoclásico que tienes delante es el "templo" del arte británico entre los siglos XVI y XX. Desde 1892 aquí han encontrado su sitio obras de arte procedentes en su mayoría de la National Gallery, de artistas ingleses o radicados en el Reino Unido.
Como en el caso de la National Gallery, esta colección también ha ido creciendo gracias a legados, donaciones y adquisiciones que han hecho necesarias varias modificaciones en el edificio. En concreto, a finales del siglo XX se creó la Clore Gallery, un ala dedicada íntegramente a William Turner.
En cuanto entres, te encontrarás en un grandioso corredor, solemne pero también un poco opresivo: es la Duveen Sculpture Gallery, interrumpida en su mitad por una sala octogonal dedicada principalmente a obras escultóricas. A tu izquierda se abren las salas dedicadas al arte inglés desde el siglo XVI hasta finales del XIX, incluida la importante sección dedicada a los prerrafaelistas; a la derecha, por su parte, te sumerges de inmediato en el arte de uno de los más grandes pintores ingleses del siglo XVIII, William Turner. En las salas del interior podrás admirar el arte Inglés de principios del siglo XX, así como el espacio propio reservado a los ganadores del "Turner Prize", un premio otorgado anualmente a cuatro artistas británicos, que consiste precisamente en exponer su obra en esta sede de prestigio .
La Tate Britain está organizada de acuerdo con el criterio de rotación de las obras, vinculado también a las exposiciones temporales y las ocasiones especiales. Si después de la visita quieres aprovechar para dar un pequeño paseo por el Támesis, te indico que se ha creado un servicio llamado "Tate to Tate", que conecta por barco cada media hora la Tate Britain con su heredera natural, la Tate Modern.
CURIOSIDAD: ¿sabías que antes de convertirse en galería de arte el edificio de la Tate Britain fue la cárcel más grande de Europa? Fundada en 1816, la prisión de Millbank era tan grande y tenía tantos pasillos que cuando el guarda hacía la ronda de vigilancia, marcaba su recorrido con una tiza para asegurarse de que sabía volver al puesto de guardia.