La sección dedicada a William Turner sería suficiente por sí sola para justificar ampliamente tu visita a la Tate Britain. Nacido en 1775 y muerto a mediados del siglo XIX, Turner es sin duda uno de los pintores más fascinantes, independientes e innovadores del primer Romanticismo europeo, una figura central para el arte y la cultura, cuyas decisiones parecieron a menudo extrañas e incluso provocadoras a los ojos de sus contemporáneos.
Su pintura es una fascinante mezcla de vapores, aguas, atmósferas, recuerdos clásicos y recreaciones de la realidad. Genio precoz y predestinado, fue admitido con sólo quince años en la Royal Academy, donde destacó en todas las materias: pintura, acuarela, dibujo, óleo, topografía y grabado. Caminante incansable y verdadero vagabundo romántico, de joven se daba largos paseos por las campiñas inglesa y galesa. Al igual que su coetáneo y gran adversario Constable, Turner también era intensa e íntimamente británico, pero a diferencia de aquel siempre sintió curiosidad por el resto del mundo y por conocer otros paisajes, realizando varios viajes de estudio a otros países. En su primer viaje, a los veintiocho años, en lugar de las rutas clásicas y mediterráneas del "Grand Tour", Turner eligió la nieve, los lagos de montaña y las cumbres "sublimes" de los Alpes. En 1819, su primer viaje a Italia lo llevó a Venecia, que le entusiasmó por sus reflejos y transparencias entre el agua, los monumentos, el cielo y las nubes. Aunque le encantaron Roma y Nápoles, ninguna ciudad italiana le fascinó tanto, volviendo a ella hasta en cuatro ocasiones y encontrando siempre nuevas y sorprendentes combinaciones de luces, colores, pinceladas y contornos difuminados para escenarios y vistas que en ese momento ya se habían reproducido miles de veces.
En su madurez, Turner alcanzará una capacidad extraordinaria para recrear la variada riqueza de los colores y hacer resurgir de manera fantástica los grandes monumentos de entre los vapores del cielo y de la historia. En cada matiz meteorológico puedes apreciar sus formidables dotes: nieblas, nieve, tormentas marinas, incendios, heladas matutinas... incluso la novedad del vapor de una locomotora que se mezcla con la lluvia.
CURIOSIDAD: Turner donó al Estado inglés más de 300 pinturas y varios miles de dibujos y acuarelas. Pero pidió y se le concedió una condición: las obras debían estar solas, sin mezclarse con los trabajos de otros artistas. Ese fue uno de los motivos para la creación de la Clore Gallery, donde las obras maestras de Turner se exhiben de manera rotatoria.