¡La Tate Modern es uno de los museos más queridos por los londinenses!
En esta galería podrás disfrutar de una prestigiosa y exhaustiva colección de obras de los artistas que han dominado la escena europea desde la segunda mitad del siglo XIX hasta nuestros días.
Desde los Nenúfares de Monet a las obras contemporáneas, desde el Futurismo al Cubismo y desde el Surrealismo a la Metafísica, pasando por el Pop Art y las artes abstractas, informales y conceptuales. Tu visita recorrerá el último siglo del arte internacional y globalizado, en un recorrido siempre nuevo y estimulante, con criterios de organización innovadores.
Te aconsejo que utilices la entrada principal del Turbine Hall, pero antes de entrar debes saber que este museo forma parte de un complejo de cuatro galerías estatales que llevan el nombre del comerciante de azúcar y filántropo sir Henry Tate, que en 1889 regaló al Estado su colección de cuadros contemporáneos. Además de la Tate Modern, forman parte del complejo la Tate Britain, que tiene su sede en Londres y de la que te hablaré en un archivo aparte, y otros dos museos "externos", la Tate Liverpool y la Tate St Ives, en Cornualles.
Ahora mira atentamente el edificio desde el exterior, con su poderosa chimenea de unos cien metros de alto: como ya habrás adivinado, antes de ser un museo, la Tate fue una central térmica, que se cerró en 1981 debido a que ya no resultaba rentable su funcionamiento.
Con hasta cuatro millones de visitantes al año, la Tate Modern es una de las obras maestras más famosas de la arquitectura contemporánea: como verás en breve, este antiguo gigante industrial no sólo se ha adaptado perfectamente a la función de museo, sino que también se ha visto revalorizada la elegancia de su estructura original. Verás lo emocionante que resulta ver las obras moviéndote entre las terrazas y puentes de su único, inmenso y luminoso vano central: tendrás una inolvidable impresión de energía y claridad.
CURIOSIDAD: el arquitecto y diseñador que a mediados del siglo XX realizó el proyecto de la central térmica, donde dentro de poco admirarás las obras de la Tate Gallery, también diseñó uno de los "iconos" londinenses por excelencia: ¡la cabina de teléfono!