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El Palacio Yusúpov es una de las residencias nobles más bonitas construidas en San Petersburgo entre los siglos XVIII y XIX, el lugar ideal para revivir el ambiente que se respiraba en los lujosos palacios de la época. Aunque el exterior del edificio parece austero, en cuanto entres, te sorprenderá la belleza y el esplendor de sus numerosas habitaciones, el mobiliario, todo original y perfectamente restaurado, las decoraciones e incluso los baños.

El palacio se construyó alrededor de 1776 y es obra del arquitecto francés Jean-Baptiste Vallin de la Mothe, pero en las décadas siguientes sufrió varias modificaciones y ampliaciones debido a la intervención de arquitectos rusos y extranjeros. En 1830 fue objeto de una importante renovación por parte de Andrei Mijailov, cuando pasó a ser propiedad de los príncipes Yusúpov, una familia de nobles rusos inmensamente rica conocida por su filantropía y por su amor por las obras de arte.

En la época de la Rusia Imperial, el palacio albergaba más de 40 000 obras de arte, incluidos lienzos de Rembrandt, joyas y esculturas, pero después de la Revolución Rusa de 1917, las colecciones de Yusúpov pasaron a ser propiedad del estado y una gran parte se destinó al Museo del Hermitage y a otros museos.

Aunque las obras maestras más valiosas se encuentran en otros lugares, el Palacio Yusúpov todavía tiene mucho que ofrecer, incluyendo muebles, frescos, bellos estucos y esculturas, como las estatuas del gran escultor italiano Emilio Sala.

Durante tu visita, podrás admirar los magníficos salones de recepción, los apartamentos privados de la familia, el espléndido pequeño teatro privado de estilo rococó, donde los Yusúpov incluso acogieron a miembros de la familia imperial, y la capilla de la familia, que ha sido restaurada recientemente.

 

 

Me despido con una curiosidad: el palacio también es conocido por el brutal asesinato del monje Grigori Rasputín, definido en su momento como «el alma negra» del zar Nicolás II, que aconteció en diciembre de 1916. Años más tarde, el príncipe Félix Yusúpov, cabecilla de los conspiradores, dijo que para lograr matar a Rasputín, primero trataron de envenenarlo, luego le dispararon, lo golpearon y, por último, lo arrojaron al gélido río Malaya Nevka, donde al final el monje, sin escapatoria, murió de hipotermia.

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