Todo aquel que visita el Palacio de Peterhof se queda maravillado ante la Gran Cascada, una de las fuentes más extraordinarias del mundo.
La idea de construir un palacio en lo alto de una colina, anticipado por un maravilloso complejo de fuentes, cuevas y esculturas, fue de Pedro el Grande, quien ordenó la construcción de la Gran Cascada a la vez que la del palacio y cuya inauguración tuvo lugar en agosto de 1723.
La cascada se inspira en la que Luis XIV de Francia mandó construir en su Castillo de Marly, pero esta la supera en tamaño y belleza.
El aspecto artístico de la cascada, precedido por un elegante canal de agua, se caracteriza por la decoración escultórica que glorifica el poder del Estado ruso y la importante victoria en la Guerra del Norte.
Originalmente todas las esculturas eran de plomo dorado, pero en 1806 se sustituyeron por otras de bronce que se inspiraban en obras de la antigüedad y en los maestros del Renacimiento, además de en las obras maestras de los mejores escultores rusos de la época. Hoy en día la decoración se compone de numerosas estatuas de bronce dorado, jarrones, bajorrelieves, escudos, bustos, delfines, leones y ranas de mármol que conforman un total de 225 esculturas, las cuales, junto con los chorros y las fuentes, dan a la cascada un aspecto suntuoso.
Las fuentes de la cascada funcionan sin bombas; el agua procede de los manantiales naturales que se sitúan en las colinas, a 22 km de distancia, la cual se recoge en las cuencas del Parque Superior y se distribuye por todas las fuentes del palacio a través de 40 kilómetros de canales. Es el desnivel del terreno lo que genera la presión que permite abastecer la mayoría de las fuentes del Parque Inferior, incluida la Gran Cascada.
Sus aguas confluyen en la gran cuenca de la que emerge la fuente de Sansón, de Mijail Kozlovsky, que data de 1730. Se reconoce por la enorme estatua del héroe bíblico que abre las fauces de un león, de donde sale el chorro más potente de toda la cascada. Esta fuente simboliza la victoria de Rusia sobre Suecia; de hecho, el león aparece en el escudo de armas sueco en una de las batallas más importantes de la Guerra del Norte, ganada precisamente en el día de San Sansón.
Curiosidad: la estatua de Sansón es, por desgracia, una copia de la original. Como pesaba más de cinco toneladas, no pudieron ponerla a salvo durante la guerra y probablemente los alemanes la fundieron para utilizar el plomo.