El zoo de Singapur, o Mandai Zoo, como lo llaman en la ciudad, se inauguró el 27 de junio de 1973. Desde el año 2000, se encarga de su gestión la organización Wildlife Reserves Singapore, que también lleva el Night Safari, cercano al zoo, el River Safari y el Jurong Bird Park. Alberga alrededor de 315 especies de animales, de las que aproximadamente el 16 % están en peligro de extinción, y recibe casi dos millones de visitantes al año.
Al entrar, tendrás la sensación de estar en medio de la jungla. Desde el principio, el zoo de Singapur se diseñó para poder mostrar a los animales en espacios abiertos que reprodujeran su hábitat natural. Los recintos están escondidos, y lo único que te separa de los animales son fosos sepultados de vegetación o llenos de agua. Solo en algunos casos excepcionales, cuando existe el peligro de que el animal salte o trepe, hay unas barreras de cristal.
El zoo está dividido en zonas temáticas: el África salvaje, la tundra helada, el Valle del Rift en Etiopía, la isla de los gibones y el reino de los primates, que alberga la colonia de orangutanes en cautividad más grande del mundo.
También puedes ver algunos ejemplares poco comunes, como el tigre blanco, el elefante asiático, el mono narigudo, la iguana rinoceronte o la rata topo lampiña.
Además, también se organizan algunos espectáculos educativos, entre los que te recomiendo «Desayuno con el orangután», que consiste en dar de comer a los orangutanes del zoo, y Elephants at work and play, que muestra el uso que se hace de los elefantes como animales de carga en los países del Sudeste Asiático.
También podrás ver el espectáculo más tradicional con focas y leones marinos, que realizan juegos de equilibrio, y pelícanos, que se diviertan capturando peces con el pico.
Me despido con una curiosidad: el zoo de Singapur es el primero del mundo en haber criado un oso polar en el trópico. El oso se llama Inuka y nació el 26 de diciembre de 1990.