Rodolfo II de Habsburgo (1552-1612) fue emperador del Sacro Imperio Romano, rey de Bohemia y de Hungría, y un importante mecenas de las artes y las ciencias.
Nacido en Viena el 18 de julio de 1552, Rodolfo era el hijo mayor del emperador Maximiliano II y de María de España. Creció en España en la corte del rey Felipe II, donde desarrolló un gran interés por el arte, la alquimia y las ciencias.
Rodolfo ascendió al trono en 1576, sucediendo a su padre como emperador del Sacro Imperio Romano. Durante su reinado, trasladó la capital imperial de Viena a Praga, transformando la ciudad en un centro cultural y científico de primer orden. Praga se convirtió en un cruce de caminos para artistas, científicos y alquimistas, atrayendo a figuras ilustres como el astrónomo Tycho Brahe, el astrónomo y matemático Johannes Kepler y el pintor Giuseppe Arcimboldo.
Rodolfo II es recordado como un gran mecenas de las artes y las ciencias. Su corte en Praga se hizo famosa por su vibrante vida cultural e intelectual. Rodolfo coleccionaba obras de arte, instrumentos científicos, manuscritos raros y objetos curiosos, creando una de las colecciones más extraordinarias de su tiempo.
Además de su pasión por el arte, Rodolfo II estaba profundamente interesado en las ciencias ocultas y la alquimia. Promovió la investigación alquímica con la esperanza de descubrir la piedra filosofal y el elixir de la vida. Este interés lo llevó a patrocinar a numerosos alquimistas y estudiosos esotéricos.
Su reinado estuvo marcado por la inestabilidad política y los conflictos religiosos. Su incapacidad para gestionar eficazmente los asuntos de estado y las tensiones religiosas entre católicos y protestantes debilitó su poder. En 1608, su hermano, el archiduque Matías, lo obligó a ceder el control de Austria, Moravia y Hungría.
Rodolfo II también sufrió problemas personales, incluida la depresión y posibles trastornos mentales, que empeoraron con la edad. Su salud mental declinó progresivamente, llevando a un deterioro adicional de su capacidad para gobernar.
Rodolfo II murió el 20 de enero de 1612 en Praga. A pesar de los problemas políticos de su reinado, su legado como mecenas de las artes y las ciencias es duradero. Su corte en Praga es recordada como un importante centro de cultura e innovación, y las colecciones que reunió influyeron profundamente en el desarrollo de las artes y las ciencias en Europa.