El Pico Victoria es el punto más alto de Hong Kong, una colina de 552 metros de altura situada en un punto que permite disfrutar de las mejores vista de la ciudad y de los alrededores.
Afortunadamente, desde 1888 se puede subir con un funicular muy eficiente que transporta alrededor de cien pasajeros cada 10 minutos: el Peak Tram. Sus hermosos vagones rojos y sus bancos de madera recuerdan su glorioso pasado mientras te acompañan a lo largo de un desnivel de unos 400 metros desde la estación inferior, situada en el Distrito Central, hasta la estación superior, donde te recibirá una curiosa estructura: la Peak Tower.
Su original forma, que recuerda vagamente a un yunque, es inconfundible. Esta modernísima estructura alberga restaurantes, tiendas y la sede del museo de cera Madame Tussauds de Hong Kong.
El principal atractivo de la Peak Tower es su gran terraza panorámica: la Sky Terrace 428, llamada así porque está situada exactamente a 428 metros sobre el nivel del mar. Desde aquí se puede disfrutar de una vista de 360 grados de toda la isla de Hong Kong, el puerto Victoria, Kowloon y las islas circundantes. Más allá de las cimas de los rascacielos, desde aquí se puede apreciar la cantidad de montañas y de vegetación que rodean esta zona.
Si decides quedarte a cenar en el restaurante que hay casi en el último piso de la torre, la vista de la ciudad iluminada te dejará sin habla, sobre todo a partir de las ocho de la tarde, cuando podrás contemplar, desde esta posición privilegiada, el espectáculo que se repite todas las noches bajo el título The Symphony of Lights, «La sinfonía de las luces», luces de colores, acompañadas de hermosas sinfonías, parecen bailar mientras iluminan una gran parte del horizonte.
Si te gusta caminar, el Pico Victoria ofrece varias rutas no muy exigentes físicamente, pero todas muy fascinantes para admirar el paisaje y disfrutar de un poco de relajación.
Curiosidad: en 1873 se abrió un lujoso hotel en el Pico Victoria, que lamentablemente destruyeron los japoneses en 1938 durante la Segunda Guerra Mundial. La misma suerte corrió la residencia de verano del gobernador inglés, de la cual se salvaron los hermosos jardines que aún hoy se pueden visitar.