El edificio que se alza frente a ti no te dejará indiferente. ¿Por qué? Porque se trata de la torre más alta del mundo, con 829 metros de altura, y también con más plantas, 163. Tiene los ascensores más rápidos del mundo: funcionan a 64 kilómetros por hora. También es el rascacielos con las terrazas panorámicas más altas.
Esta incomparable estructura es literalmente el corazón de Dubái, y está situada en el centro del barrio Downtown Dubai, donde se concentra la economía de la ciudad.
Su nombre significa Torre de Khalifa y debe su nombre al jeque Khalifa bin Zayed Al Nahayan.
En su construcción, que duró casi seis años y costó la desorbitada cifra de unos mil millones y medio de dólares, participaron más de treinta empresas de distintos países y trabajaron personas de 196 nacionalidades distintas, lo que supuso un ejemplo de colaboración internacional sin precedentes.
Desde el exterior, parece estar construido por elementos que se elevan gradualmente hasta formar una espiral que brilla con la luz del sol y que, por la noche, cuenta con una increíble iluminación.
En su interior predomina el lujo, que justifica los elevadísimos precios de las oficinas y apartamentos: unos 40.000 dólares por metro cuadrado. No está precisamente al alcance de todos los bolsillos...
En el Burj Khalifa tiene su sede el Armani Hotel, diseñado y desarrollado por el conocido diseñador italiano Giorgio Armani, que se encargó personalmente de sus habitaciones y suites, cuidando hasta el mínimo detalle. También cuenta con apartamentos para unos pocos privilegiados, con todo tipo de comodidades como gimnasios, piscinas cubiertas y al aire libre.
Por un precio no muy asequible, se puede visitar el punto de observación de la planta 124, llamado At the top, o el de la planta 148, aún más espectacular, conocido como At the top SKY, a 555 metros de altura y con una terraza al aire libre.
Me despido con una curiosidad: en la planta 122 del Burj Khalifa, a 442 metros del suelo, se encuentra el restaurante a más altura del mundo. Se llama At.Mosphere y no es por casualidad. Las vistas al Golfo Pérsico y su refinada cocina te dejarán sin aliento pero, ¡cuidado! Te podría pasar lo mismo cuando te traigan la cuenta...