Tu recorrido comienza desde la Rambla de Santa Mònica, que toma su nombre de un exconvento convertido ahora en galería y centro cultural, junto a la estación de metro de Drassanes. Frente a la estación, al otro lado de un pasaje, puedes visitar el Museo de Cera, que alberga más de 300 estatuas de personajes famosos de todo el mundo, con una atención especial a los jugadores del Barcelona.
Ahora haz una pausa y llega hasta la rambla dels Caputxins.
Esta parte de La Rambla es la más espectacular, por los edificios monumentales que la flanquean: recibe este nombre por los frailes capuchinos que tenían aquí su monasterio, del que todavía puedes ver el claustro del siglo XVII incorporado al Hotel Oriente. Girando en el carrer Nou de la Rambla, puedes admirar la Casa Güell, construida a finales del siglo XIX por el famoso arquitecto Gaudí para el industrial Eusebi Güell. Este palacete es una obra maestra, no puedes dejar de visitarlo, también su interior. Tiene en el centro un salón coronado por una cúpula calada, alta y esbelta, que parece un cielo estrellado. En pleno entusiasmo creativo, Gaudí lo diseñó todo: los muebles, la capilla privada, las cancelas, cada detalle ornamental, un "garaje" subterráneo para los carruajes (¡verdaderamente profético!) y sobre todo las chimeneas, que más que en el techo de una casa te hacen pensar en un bosque de cuento de hadas. Y si quieres un consejo especial, después de la visita ve a la cercana y encantadora plaça Reial, del siglo XIX y mira sus farolas: fueron el primer trabajo de Gaudí, recién licenciado en arquitectura.
En la rambla dels Caputxins encontrarás también el Gran Teatre del Liceu, que es el principal teatro lírico de la ciudad y data de mediados del siglo XIX. Fue construido tomando como modelo el Teatro de la Scala de Milán, y es uno de los más famosos y exigentes escenarios operísticos a nivel internacional. En el 94 quedó devastado por un incendio: fue un duro golpe para Barcelona, que estaba viviendo un periodo de fama internacional, después de las exitosas Olimpiadas del 92 y la renovación de toda la ciudad. El teatro se reabrió en 1999.
CURIOSIDAD: el incendio del 94 tuvo quizás la causa más ridícula de toda la historia de los infortunios: se quería poner un telón de hierro entre el escenario y la sala para evitar futuros incendios. Pero durante los trabajos, ¡la llama de un soplete prendió el telón!