El puente de Brooklyn es el puente más célebre de Nueva York y, probablemente, uno de los más famosos del mundo.
Debes saber que, en 1883, cuando se inauguró, era el puente colgante más largo del mundo, con 1.825 metros de longitud, además de ser el primero sostenido por cables de acero. No obstante, esta espléndida obra arquitectónica, que ahora se alza en todo su esplendor sobre el East River, esconde un trágico pasado.
De hecho, en los 14 años que duró su construcción, murieron unos treinta obreros, sobre todo por embolia gaseosa, causada por las inmersiones en las excavaciones submarinas. El mismo proyectista, el ingeniero John Roebling, fue una de las tantas víctimas que se cobró tan larga construcción. Durante el atraque de un ferri, se rompió un pie y tuvieron que amputarle los dedos; enfermó irremediablemente de tétanos. Por si todo eso no fuera suficiente, su hijo, que le sucedió en la dirección de las obras, sufrió una parálisis parcial provocada por una embolia gaseosa y, gracias al coraje de la mujer de este último, la construcción de este puente, que parecía maldito, llegó de una vez por todas a su fin.
Ahora, pon el audio en pausa y cruza la pasarela peatonal sobreelevada hasta llegar al punto de observación, situado a la altura del primero de los dos pilares de granito de la doble arcada neogótica.
¿Has visto qué vistas? A casi cuarenta metros de altura, puedes ver no solo la parte meridional de Manhattan y su espectacular horizonte, sino también, en el lado opuesto, la zona de Brooklyn Heights y sus extensos y modernos parques.
Ahora te toca a ti decidir si quieres llegar hasta el otro extremo o volver sobre tus pasos, dejando a tus espaldas el famoso monumento, tan emblemático que fue inmortalizado para siempre en los chicles de una marca italiana.
Me despido con una curiosidad: para tranquilizar a los ciudadanos que desconfiaban de la seguridad del puente, en 1884, Jumbo, un elefante de 7 toneladas, salió de la carpa de un circo cercano junto a otros 20 elefantes y se dieron un paseo desde Brooklyn hasta Manhattan. El desfile que atravesó el puente fue de lo más notorio. Los recelosos se quedaron tranquilos, los elefantes tuvieron algo que contar y el circo nunca pudo imaginar una publicidad mejor.