Wall Street es el epicentro de uno de los barrios de negocios más grandes de los Estados Unidos.
Su nombre, utilizado popularmente para denominar la emblemática Bolsa de Nueva York, alude a un pequeño muro que, en la primera mitad del siglo XVII, construyeron los colonos holandeses para delimitar el límite septentrional de la originaria Nueva Ámsterdam, futura Nueva York. Después, dicho wall se reforzó y fortificó con empalizadas para evitar incursiones, primero, de los indios y, después, de los ingleses que, en efecto, fueron los responsables de su desmantelamiento integral en 1699. Así que, si esperas encontrar aunque solo sea un fragmento de este muro, debes saber que lo único que queda de él es su recuerdo, que estará vinculado para siempre al nombre de la calle principal de este distrito.
De todas formas, esta zona estaba predestinada a convertirse en un importante polo comercial ya que, en el siglo XVIII, la comunidad judía había iniciado varias actividades especulativas como los préstamos de interés, la creación de institutos de crédito y un mercado de esclavos. Después, en 1792, a través del Buttonwood agreement, es decir, el «acuerdo del plátano», varios comerciantes y especuladores sentaron las bases de lo que en el futuro sería la Bolsa de Nueva York.
Desde aquel momento, el desarrollo de este reino de las finanzas no conoció límites y, a pesar del clamoroso Crack del 29 y la consiguiente Gran Depresión, se continuó con su construcción a golpe de millones de dólares y de decenas de rascacielos, entre ellas las desafortunadas Torres Gemelas.
Llegados a este punto, estás listo para sumergirte en la frenética vida diurna de Wall Street, inmortalizada en la película homónima de Oliver Stone, esquivando brókeres y abogados a la carrera que, al caer la noche, desaparecen como por arte de magia, dejando tras de sí un ensordecedor e inverosímil silencio.
Curiosidad: Wall Street también fue el escenario de un sanguinario atentado bomba en 1920, reivindicado por un grupo anarquista. El suceso tuvo lugar delante del edificio situado en el número 23 de esta calle, conocido como House of Morgan, sede central de una de las instituciones bancarias más importantes de la época. Si te acercas a este inmueble, podrás ver sobre la fachada las marcas provocadas por la violenta detonación, que se dejaron a la vista como triste recuerdo por deseo expreso del banquero Jack Morgan.