Antiguamente, en esta cuenca natural tenían lugar las carreras ecuestres de los famosos juegos panatenaicos, ilustrados incluso en el frontón del Partenón.
Sin embargo, en el año 330 antes de Cristo, el legislador Licurgo mandó construir un estadio de granito de 260 metros de largo con bancos de piedra alrededor de la pista, que tenía 204 metros de largo.
La longitud de 200 metros aproximadamente, en la Antigüedad correspondía a una unidad de medida griega llamada Estadio y, desde entonces, los campos deportivos han asumido su nombre.
Casi quinientos años después, en torno al 144 después de Cristo, Herodes Ático, un cónsul romano de origen ateniense, mandó reconstruir el estadio en mármol con una capacidad para 50.000 personas. Desde entonces, el estadio se conoce también con el nombre de Kallimármaro, que en griego significa «mármol hermoso». Es el único estadio deportivo del mundo hecho completamente de mármol.
En la cercana colina de Ardeto se alza un templo dedicado a Tique, que significa suerte, divinidad que también veneraban los participantes de las competiciones, mientras que sobre la colina de en frente fue sepultado el mismo Herodes.
Como sucedió con otros monumentos, los romanos introdujeron algunos cambios para albergar otros espectáculos además de los deportivos. En los parapetos se instalaron rejillas para celebrar la caza de animales salvajes y luchas de gladiadores. Según la tradición, hasta el cultísimo emperador Adriano habría organizado una lucha con mil animales.
El estadio quedó abandonado tras la ascensión del cristianismo, en el trescientos después de Cristo, pero se redescubrió en 1869. En 1870 y 1875, albergó los llamados Juegos Olímpicos de Zappas, que constituyeron el primer intento de conseguir recuperar los antiguos Juegos Olímpicos griegos, antes de su fundación oficial en 1896.
El estadio, tras haber sido reestructurado, albergó las ceremonias de apertura y de clausura de las primeras Olimpiadas modernas en 1896, y fue la sede de 4 de los 9 deportes que participaban.
La nueva estructura, que imita a la antigua, actualmente tiene una capacidad de 70.000 espectadores.
Me despido con una curiosidad: observa las gradas; para parecer rectilíneas y paralelas, en realidad son ligeramente convexas. Un efecto óptico utilizado por los arquitectos de la antigüedad.
