Justo enfrente de la Catedral de Ravello se alza una torre árabe del siglo XIII que sirve de entrada a la pintoresca Villa Rufolo. Este gran complejo de villas debe su nombre a la familia de adinerados mercaderes que lo poseyeron antes de caer en desgracia en 1285. Posteriormente, pasó a manos de otras prestigiosas familias locales.
El estilo predominante en este magnífico complejo es el árabe-normando, que destaca especialmente en el magnífico Claustro Morisco, construido con un doble orden de columnas de estilo árabe-siciliano.
La estructura más antigua del complejo es la Torre Maggiore, de tres pisos, con una altura total de 30 metros. Las ventanas con parteluz de la segunda planta ofrecen unas vistas excelentes.
Otra estructura emblemática de la villa es la Sala de los Caballeros, con amplias aberturas arqueadas, probablemente unida antiguamente a la torre y coronada por una cúpula.
La verdadera joya del complejo son los jardines, distribuidos en varios niveles, donde se pueden encontrar maravillosas plantas autóctonas y exóticas.
Son el resultado de las obras de restauración impulsadas por Lord Francis Nevile Reid, quien compró la villa a mediados del siglo XIX.
También ordenó construir, a sus expensas, un sistema de riego que llevaba agua desde el acueducto no solo a la villa, sino también a la Plaza del Obispo.
Lord Nevile Reid es el responsable del esplendor del Jardín de Klingsor, que refleja el estilo romántico típico del siglo XIX, así como el encanto del Belvedere, una terraza panorámica donde se exhiben diversas variedades de rosas, incluidas especies muy poco comunes.
Además, los jardines incluían un pequeño complejo termal y un baño turco, cuyos restos se pueden visitar en la actualidad.
Al entrar al edificio principal de la villa, podrás visitar las ocho Salas Superiores, todas con vistas al mar. Lamentablemente, no queda nada del mobiliario del siglo XIX, pero los balcones, los suelos de cerámica y la decoración azul y blanca de las puertas siguen conservando su encanto original.
Me despido con una curiosidad: en 1880, la Villa acogió al gran músico alemán Richard Wagner, quien quedó cautivado por sus jardines, hasta el punto de inspirarse en este lugar para componer el segundo acto de su ópera Parsifal. En memoria de su visita, cada año se celebra aquí el Festival de Ravello, gracias al cual Ravello es conocida como la Ciudad de la Música.