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Autor: STEFANO ZUFFI E DAVIDE TORTORELLA
español Idioma: español

Entre las obras maestras de la escultura renacentista que se suceden una tras otra en este museo, te recomiendo algunas obras memorables que realmente no te puedes perder.

En primer lugar concéntrate en la expresiva y dramática Magdalena tallada en madera que es una de las últimas obras de Donatello. Como ves, la santa no está representada en la plenitud de su belleza, sino frágil y demacrada por la penitencia, envuelta en sus largos cabellos, con una expresión al mismo tiempo de sufrimiento y de devoción.

En la siguiente sala puedes admirar la Piedad de mármol que Miguel Ángel esculpió en 1550 para su propia tumba. La figura de Nicodemo, con la cara encerrada en una capucha, es un autorretrato del escultor, que tenía en ese momento más de setenta años, mientras que la Magdalena, a la izquierda, es el torpe intento de un discípulo por completar la escultura, que el maestro dejó inacabada porque no estaba satisfecho con algunos detalles.

Una escalera te conduce a un amplio balcón, desde donde tienes una vista impresionante de la reconstrucción de la fachada de la Catedral. A lo largo de la balaustrada están alineados, como una guardia de honor, los dieciséis majestuosos profetas de mármol que proceden de las hornacinas del Campanario. Particularmente expresivos son los esculpidos por Donatello, entre ellos el popular Habacuc, llamado el "Zuccone", o cabeza hueca, por su redondeada cabeza calva.

Luego contempla los bellísimos bloques de mármol, bajorrelieves de los siglos XIV y XV, todos procedentes de los laterales del Campanario y cuyo diseño se remonta a Giotto.

Otra maravilla es el altar de plata dorada del Baptisterio. Se inició en el siglo XIV y se concluyó un siglo más tarde, con la participación de maestros como Pollaiolo y Verrocchio.

El gran final de la visita puedes disfrutarlo en la terraza panorámica: es la última sorpresa, ¡un punto de vista privilegiado para admirar de cerca la cúpula de Brunelleschi!

 

CURIOSIDAD: proverbialmente los florentinos han tenido un carácter muy competitivo. De hecho, en la historia encontramos a menudo a dos o más artistas florentinos que compiten en ingenio: en el Museo, Luca della Robbia y Donatello se desafían en los dos coros de la Catedral, concretamente en las balconadas de mármol destinadas a los cantantes corales de las misas solemnes. Aunque iguales en tamaño y el material empleado, ¡mira qué diferentes son las decoraciones!

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