Después de atravesar las salas de las Estancias de León X, donde puedes seguir las vivencias de importantes personajes de la familia Medici a través de bustos, retratos y frescos, sube a los aposentos de la segunda planta, que fueron creados en la segunda mitad del siglo XVI, cuando el dominio de los Medici se transformó en un autoritario Gran Ducado. A pesar de haber perdido su mobiliario original, son salas repletas de encanto e historia, sobre todo gracias a las series de frescos realizadas por Vasari.
En las Estancias de los Elementos puedes ver frescos de carácter mitológico.
A mitad del recorrido puedes asomarte a la Terraza de Juno, para admirar el original Querubín con el delfín, vivaz bronce de Verrocchio para la fuente del patio.
Desde un estrecho balcón bastante espectacular puedes asomarte al Salón de los Quinientos. Desde aquí pasas a las Estancias de Leonor, residencia privada de Leonor de Toledo, esposa de Cosme I. Te recomiendo especialmente la espléndida capilla, decorada con frescos de Bronzino en la primera mitad del siglo XVI, y la bóveda dividida en cuatro sectores, con fascinantes efectos de luces y colores.
La Capilla de los Priores, ligeramente más antigua, te lleva a las salas de los siglos XV y XVI, anteriores a la reestructuración de Vasari. No te pierdas las espléndidas portadas de mármol esculpidas entre una y otra, como tampoco los techos de madera de la Sala de la Audiencia y de la magnífica Sala de los Lirios, con frescos de Ghirlandaio. Aquí puedes admirar el original en bronce de una estatua cuya copia has visto delante del Palacio: es Judit decapitando a Holofernes, obra maestra de madurez de Donatello. La heroína bíblica, que con belleza e inteligencia conquista y derrota al bárbaro y colosal agresor, es el símbolo de la pequeña Florencia, aparentemente débil pero lista para enfrentarse a cualquier enemigo.
Como nos recuerdan los nombres de Américo Vespucio y Giovanni da Verrazzano, los florentinos fueron grandes exploradores de nuevas tierras: la sala de las Cartas Geográficas contiene nada menos que 53 mapas y un mapamundi.
CURIOSIDAD: si vas a la Sala de Hércules puedes ver una Virgen con el Niño y el joven San Juan, de autor desconocido, que es famosa por una razón que no tiene nada que ver con el mérito artístico: de hecho, se la denomina Virgen del Ovni a causa de un objeto volador no identificado que se ve en el cielo, al fondo. Para quien cree en los ovnis es una prueba de que los habitantes de otras galaxias ¡nos han visitado desde siempre!