Al pasar del luminoso Claustro de los Votos al interior de la Basílica de la Santissima Annunziata te parecerá que se ha hecho de noche.
Pero tan pronto como te habitúes a la escasa luz, la iglesia comenzará a mostrarse en todo su inesperado esplendor. Es raro que las iglesias florentinas parezcan lujosas, pero esta es sin duda la excepción. Entre estucos, mármoles y dorados, podrás reconocer sus diferentes fases arquitectónicas y decorativas, aunque el aspecto te parecerá principalmente barroco. También puedes curiosear viendo los diferentes exvotos, los regalos y los valiosos muebles que se han acumulado en esta iglesia, que quizás sea la que mejor haya sabido recoger la devoción de los florentinos.
Inmediatamente a la izquierda de la entrada encontrarás el templete del siglo XV que protege el fresco milagroso: incluso Miguel Ángel, espíritu notablemente libre y crítico, ¡pensaba que en la pintura había que reconocer una intervención divina!
Entre las obras de arte de las capillas laterales, no te pierdas en la última de ellas a la derecha la interesante Piedad de mármol, en la que el escultor Baccio Bandinelli se retrató a sí mismo sosteniendo el cuerpo de Cristo muerto.
A lo largo de la parte izquierda, en las dos primeras capillas, puedes ver importantes pinturas de Andrea del Castagno, uno de los máximos protagonistas del siglo XV florentino, del que quizá hayas visto ya en la Catedral el magnífico monumento ecuestre a Niccolò da Tolentino. En la cuarta capilla no te pierdas la gran y hermosa tabla de la Asunción de la Virgen, obra de Perugino, que en su momento estuvo en el altar mayor de la iglesia.
Desde el lado izquierdo de la iglesia pasas al Claustro Grande, construido a finales del siglo XV, con lunetas con frescos de principios del XVII, pero sobre todo con la espléndida Virgen de la bolsa, obra del siglo XVI de Andrea del Sarto, que recibe este nombre por la bolsa de viaje sobre la que se apoya San José.
Desde el segundo claustro, por último, tu visita a la basílica termina en la Capilla de San Lucas, decorada con frescos del siglo XVI. Fue aquí donde el gran Vasari quiso que estuviera la sede de la hermandad de pintores de Florencia. Por eso aquí están enterrados algunos grandes maestros, como Jacopo Pontormo y Benvenuto Cellini.
CURIOSIDAD: si por casualidad te encuentras en Florencia alrededor del 25 de marzo, aprovecha esta fecha para visitar la iglesia: no sólo es la fiesta de la Anunciación, a la que está dedicada, ¡sino que es también el Año Nuevo de Florencia! Se festejó hasta 1750, cuando la ciudad adoptó el calendario gregoriano, que fijaba el inicio del año en el 1 de enero.