Las grandes escenas mitológicas de Botticelli (la Primavera, el Nacimiento de Venus y Palas y el centauro) son el fruto precioso del momento intelectual dominado por Lorenzo el Magnífico. Aunque se han interpretado de muchas maneras y contienen muchos significados ocultos, todas las obras tienen en común la exhortación a la medida, la gracia y la bondad.
Para la cultura del humanismo florentino, Venus representa la belleza, la armonía y el triunfo de las virtudes humanas sobre los instintos animales.
En la pintura conocida como la Primavera, todas las figuras están alineadas en un solo plano, con un bosque al fondo. Para entender la escena, debes observarla de derecha a izquierda, empezando por el impetuoso viento Céfiro que persigue a su prometida Cloris entre los árboles. Al abrazo del viento primaveral, Cloris se convierte en Flora, sembrando el mundo de flores: de hecho, Botticelli pintó alrededor de 130 especies diferentes de flores con minuciosa precisión botánica. En el centro puedes ver a Venus, que se destaca del verde oscuro de un arbusto con gesto calmado y educado; por encima de ella su hijo Eros está listo para disparar la flecha de la pasión.
Luego tienes el grupo de las Tres Gracias, que están deliciosamente entrelazadas en un paso de baile, la imagen misma de la serenidad. Finalmente, el último a la izquierda, el dios Mercurio, que despeja el cielo de nubes con su tradicional bastón.
Ahora pasa al Nacimiento de Venus. Aunque no es de difícil interpretación mitológica, te ofrece no obstante diferentes niveles de lectura. Bellamente desnuda, con los cabellos rubios al viento, Venus se desliza por un vasto mar apenas ondulado a bordo de una gran concha, impulsada por el soplo de dos vientos fuertemente abrazados. En la orilla la espera una atenta muchacha, que se prepara para envolver a la diosa en un rico manto de color rosa. En el cuadro, el pintor utiliza como soporte una doble tela de lino, sobre la que colocó un fino polvo de alabastro blanco azulado, obteniendo así un efecto de difusa luminosidad y transparencia.
Admira ahora la tercera pintura mitológica, vertical, que muestra a Palas Atenea coronada con una rama de olivo y apoyada en una lanza finamente cincelada, mientras acaricia el pelo de un centauro. Mitad hombre, mitad caballo, y por tanto símbolo de energía desenfrenada e instinto, el centauro parece amansarse con el toque de la diosa de la sabiduría.
CURIOSIDAD: en la Primavera de Botticelli el joven representado como Mercurio es Juliano de Medici, que había sido asesinado en la Catedral durante la Conjura de los Pazzi unos años antes. El cuadro es por tanto también un homenaje a su memoria.