Después del Palacio Strozzi la calle se ensancha y desembocas en la plaza Santa Trinità, de forma más o menos triangular y abierta hacia el Arno. El alto bloque de piedra que ves en el centro, coronado por una estatua de finales del siglo XVI, es la Columna de la Justicia, y proviene de las Termas de Caracalla, en Roma. Puedes admirar varios edificios históricos que se asoman a la plaza. A la izquierda, uno al lado del otro, dos bellos palacios de principios del siglo XVI. Al fondo encontrarás el severo Palacio Spini Ferroni, erigido en el siglo XIII como castillo almenado para vigilancia del río. Durante el siglo XIX albergó el Ayuntamiento de la ciudad y hoy, después de una cuidadosa restauración, puedes visitar el Museo Salvatore Ferragamo, fascinante exposición sobre la actividad del genial creador de calzado y estilista de alta costura, aunque también es sede de interesantes exposiciones temporales.
Al lado del museo tienes la iglesia de Santa Trinità, que esconde una agradable sorpresa: la fachada data de finales del siglo XVI pero el interior es una joya arquitectónica del siglo XIV, con pilares rectangulares que soportan esbeltas arcadas góticas. Te recomiendo de manera especial los frescos tardogóticos de la cuarta capilla del lado derecho y, sobre todo, continuando hacia el fondo por el mismo lado, la encantadora Capilla Sassetti, decorada en la segunda mitad del siglo XV con luminosos frescos de Domenico Ghirlandaio, autor también del deslumbrante cuadro que decora el altar. En los frescos puedes reconocer episodios de la vida de San Francisco, ambientados en la realidad urbana y social de la Florencia de la época de Lorenzo el Magnífico. No te pierdas tampoco, en el lado izquierdo, la tumba de un obispo esculpida por Luca della Robbia, con sepulcro de mármol adornado con una magnífica banda ornamental de terracota vidriada multicolor, con hojas, frutos y flores.
Al salir de la iglesia, a unos pocos pasos a la derecha, habrás llegado a la orilla del río, donde se encuentra el Puente de Santa Trinità, del siglo XVI, sin duda el más elegante de los que unen las dos orillas del Arno. Las tres esbeltas arcadas fueron diseñadas por Bartolomeo Ammannati.
CURIOSIDAD: en 1944, durante la ocupación nazi, todos los puentes de Florencia fueron volados, excepto el Puente Vecchio, ya que Hitler ordenó que no los bombardearan porque le gustaba mucho. El Puente de Santa Trinità fue reconstruido después de la guerra con las piedras originales que acabaron en el fondo del río, al igual que las estatuas de las Cuatro Estaciones, que presiden sus esquinas.