Frente a la entrada de la Galería Humberto I puedes ver uno de los monumentos más significativos de Nápoles como gran capital mediterránea de las artes y la cultura: el Teatro San Carlo, uno de los más célebres escenarios del mundo de la ópera.
El teatro lleva el nombre y el sello de Carlos III de Borbón, rey de Nápoles y más tarde de España, que fue un gran promotor de iniciativas arquitectónicas y culturales en ambos reinos. Inaugurado en 1737, el teatro se concibió para acoger a un gran número de personas, más de 3.000, gracias a la innovadora platea en forma de herradura, con cinco niveles de palcos y una galería. El Teatro San Carlo se impuso inmediatamente como uno de los templos de la ópera en Europa, gracias a la presencia de los mejores músicos internacionales del siglo XVIII y a la actividad de los compositores de la llamada "escuela napolitana".
Aunque la estructura interna sigue siendo la del siglo XVIII, la fachada que tienes ante ti es de comienzos del XIX, cuando el cuñado de Napoleón, Joaquín Murat, mandó reformarla en estilo neoclásico.
La parte baja es de robusta piedra con forma almohadillada, un acabado con sillares superpuestos y escalonados, mientras que en la parte superior se aligera con una bella columnata. El grupo escultórico que ves en la parte superior de la fachada representa a la sirena Parténope, mítica fundadora de la ciudad.
En 1816, el San Carlo quedó devastado por un incendio, pero se reabrió después de una restauración realizada en un tiempo récord de nueve meses, entre el entusiasmo de los napolitanos y de un visitante ilustre, el gran novelista Stendhal, que lo consideraba el teatro más bello de Europa. Durante la restauración se incorporó también el inmenso lienzo que se extiende por el techo del patio de butacas, que mejora aún más la excepcional acústica de la sala.
El mérito de la rápida reapertura fue del empresario Domenico Barbaja, auténtico genio de la dirección teatral. En sus más de treinta años de dirección, nombró director artístico a Gioacchino Rossini, asegurándole el compositor la creación de dos óperas al año, una seria y otra bufa. Después de siete años, el cargo pasó a manos de otro gran compositor, Gaetano Donizetti, y debes saber que la tradición de excelencia del Teatro San Carlo continúa, ininterrumpida, también en la actualidad.
CURIOSIDAD: dada la proximidad con el Palacio Real, el soberano podía acceder directamente al palco real, ¡sin tener que bajar a la calle! Hoy en día, entrando por los Jardines Reales, puedes hacer el mismo camino que recorría el rey, transformado actualmente en un museo dedicado al teatro y a la historia de la ópera.