En Capodimonte puedes admirar un gran número de obras renacentistas, en parte provenientes de la Colección Farnese, de la que ya te he hablado, y en parte procedentes de donaciones y adquisiciones.
Comienza por las figuras del Padre Eterno y la Virgen, fragmentos de una composición que Rafael pintó cuando tenía apenas dieciséis años. Te señalo a continuación dos retratos de artistas venecianos: el inflexible obispo de Treviso Bernardo De Rossi, pintado por Lorenzo Lotto, y el fraile franciscano Luca Pacioli, célebre matemático, inmortalizado mientras da una lección de geometría a un alumno. Esta última obra es probablemente del veneciano Jacopo de' Barbari, poco conocido pero no por ello menos importante.
Otros dos extraordinarios retratos que no te debes perder, ambos pintados por Sebastiano del Piombo, representan al papa Clemente VII. El primero te presenta al papa poco después de su elección, lleno de energía y con sensación de poder; el otro en cambio te lo muestra después del dramático Saco de Roma, cuando los mercenarios alemanes devastaron la ciudad en 1527. La barba canosa que puedes ver en el segundo retrato no es casual: el papa se la dejó crecer en señal de penitencia.
Disfruta a continuación de los pequeños y alegres lienzos del pintor parmesano Correggio, entre ellos una magnífica Virgen con el Niño, tan sencilla y popular que se conoce con el apodo de la "Zingarella", la "Gitanilla".
Entre las pinturas de la segunda mitad del XVI te recomiendo algunas maravillas internacionales. El Greco, pintor nacido en Creta, formado en Venecia y afincado en España, te propone un fascinante experimento de iluminación nocturna en su cuadro titulado Muchacho encendiendo una candela. Pasa luego a dos obras maestras del flamenco Pieter Brueghel el Viejo, repletas de un humor amargo: la primera se titula La parábola de los ciegos, inspirada en el Evangelio, y que te recuerda que si no eliges bien tu guía, acabarás, como estos ciegos, en una zanja. La segunda, titulada El misántropo, te muestra a un rudo personaje que camina, mientras un niño se burla de él y le roba.
Para terminar por todo lo alto, ve a ver los tapices tejidos en Bruselas unos años después de La batalla de Pavía, en la que en 1525 los españoles vencieron a Francisco I de Francia: además de una obra de arte excepcional, son también un testimonio histórico de valor incalculable.
CURIOSIDAD: en el cuadro de El misántropo, si miras con atención la bolsa que el niño está cortando, notarás que tiene la forma de un corazón. El mensaje es amargo: vivir entre los hombres marchita los sentimientos.