El estilo del Palacio Real marca la transición desde la arquitectura tardobarroca a la sobriedad formal del primer neoclasicismo. Poniéndote delante te das cuenta enseguida: el arquitecto Vanvitelli lo concibió como un enorme bloque rectangular, dividido en el centro en cuatro patios por dos brazos perpendiculares. En el cruce de los brazos, en el corazón del complejo, una gran sala octogonal de dos plantas alberga la escalera de honor, que te permite acceder al piso superior. El resultado es un palacio de dimensiones asombrosas; treinta y seis metros de alto, con seis plantas y un subterráneo, 34 escaleras y escalinatas y 1.200 habitaciones iluminadas por 1.790 ventanas. ¡Todo ello rodeado por un parque de 120 hectáreas!
Junto al principal responsable colaboraron un arquitecto local como director de la obra, un maestro de obras lombardo, una multitud de escultores y pintores, un arquitecto de jardines parisino y un botánico inglés para el cuidado del parque y el jardín. Los proyectos, modelos y dibujos los puedes ver en el interior del palacio real, durante el recorrido de la visita.
Para su construcción se movilizaron todas las canteras de mármol y piedra del reino de las Dos Sicilias, mientras que en las inmediaciones de la obra se instalaron hornos para la cocción de los ladrillos; en las fábricas de tapices se preparaban los lienzos procedentes de las manufacturas de la cercana San Leucio, a sólo tres kilómetros de distancia. Como mano de obra se empleó a cientos de condenados a galeras, cuya pena se conmutó por la de trabajos forzados; incluso se sacó a presos de las costas del norte de África. En total, en la construcción del palacio real se empleó a cerca de 3.000 personas.
La larga fachada principal da a una gran plaza en forma de semicírculo. Admira la sencilla elegancia de las dos filas de ventanas, en las que se alternan frontones triangulares y semicirculares, y aprecia la sobriedad con la que gracias a unas sencillas columnas corintias se obtiene un efecto de ligera protuberancia del sector central y de las alas. Sin embargo, ten en cuenta que en este tipo de edificios la fachada más esplendorosa era siempre la que daba al jardín.
CURIOSIDAD: en 1861, cuando el Palacio Real se convirtió en patrimonio del Reino de Italia, se envió a un grupo de funcionarios piamonteses para que compilaran un inventario de la decoración y el mobiliario. Cuando se encontraron con el "bidé", se quedaron perplejos, porque nunca habían visto uno, y escribieron: "Objeto de uso desconocido en forma de guitarra".