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Autor: STEFANO ZUFFI E DAVIDE TORTORELLA
español Idioma: español

Te hablaré ahora del Palacio Real, que dirige su larga fachada principal hacia la plaza del Plebiscito: es uno de los edificios más importantes de la historia política de Nápoles, pues está vinculado a la administración española, primero con los virreyes, o funcionarios reales, y luego con la dinastía reinante de los Borbones.

Durante la segunda mitad del siglo XVI, los virreyes españoles habían desarrollado iniciativas urbanísticas y arquitectónicas destinadas a dejar su impronta en la ciudad: por ejemplo con los famosos "Quartieri Spagnoli", en las proximidades del centro histórico, y que servían de residencia a las tropas. La idea del palacio surgió a mediados del siglo XVI, debido a la necesidad de tener una sede, digna del rango de la corona de España, en la que acoger al rey Felipe III, quien sin embargo murió sin haber visto nunca Nápoles.

El Palacio Real se inició en el año 1600 según un proyecto del arquitecto ticinense Domenico Fontana, gran protagonista de la renovación urbana de Roma en años anteriores. Como ves, el edificio aprovecha por completo la anchura de la plaza, lugar perfecto para los desfiles militares, y se concibió como un solemne complejo tardorrenacentista. Pronto se convirtió en punto de referencia para el desarrollo de esta zona, encontrando continuidad poco después con la apertura de la Universidad, en el extremo opuesto de via Toledo, en el edificio que actualmente alberga el Museo Arqueológico Nacional.

La fachada tiene dos plantas superiores y un pórtico que da a un patio de honores. En la parte posterior, que da al mar, podrás visitar sus hermosos jardines, conectados con el Castel Nuovo a través de un puente del siglo XVII colocado sobre el antiguo foso. Aunque con el paso de los siglos el palacio ha sufrido diversas restauraciones y modificaciones, ha conservado sustancialmente su aspecto original, puesto en riesgo posteriormente por los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial y por el hecho de ser utilizado como club de oficiales por las fuerzas aliadas. El mayor cambio lo ha sufrido la fachada, que originalmente estaba recorrida en su totalidad por un pórtico. En el siglo XIX se decidió introducir en las hornacinas las estatuas de los soberanos que reinaron sobre Nápoles y la Italia meridional.

 

CURIOSIDAD: entre las estatuas de los reyes realizadas a finales del XIX destaca la de Carlos V, obra del escultor napolitano Vincenzo Gemito. El artista estaba literalmente obsesionado con la figura del emperador: de noche lo oía murmurar y moverse, y llegó a lanzar piedras contra su estatua. Gemito terminó así en un hogar de acogida para enfermos mentales, del que se fugó después de pasar dos años recuperándose.

 

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