Detrás del obelisco de Santo Domingo puedes ver, severa como el bastión de una fortaleza, la parte posterior de la iglesia de Santo Domingo, mandada construir por Carlos II de Anjou a finales del siglo XIII.
En el convento anexo de los padres dominicos, uno de los centros culturales más brillantes de Nápoles, se alojaron con hábitos de maestros o de simples alumnos algunos de los nombres más importantes de la historia de la filosofía, desde la Edad Media hasta el barroco, como Santo Tomás de Aquino, Giordano Bruno y Tommaso Campanella.
Estrechamente encajonada entre las casas y edificios de un ajetreado centro histórico, la iglesia de Santo Domingo es uno de los edificios góticos más importantes de Nápoles, construido entre los siglos XIII y XIV, y en el que te aguarda un extraordinario patrimonio de obras de arte. Entrarás por un pequeño patio, al que se llega recorriendo el vico San Domenico.
El interior es de formas amplias y solemnes, aunque arruinado por las importantes restauraciones decimonónicas, que aspiraban a "devolver" a la iglesia sus formas medievales; por desgracia, el resultado de la intervención, como notarás, no fue el adecuado. Por suerte, las obras maestras de pintura y escultura quedaron intactas, entre ellas muchas tumbas monumentales, casi todas situadas en las capillas laterales.
En la segunda capilla a la derecha te recomiendo los importantes frescos de principios del siglo XIV, la época angevina, en la que Nápoles era un punto de referencia fundamental para el arte gótico. También en el lado derecho puedes visitar la gran capilla del Crucificado, llamada así por el crucificado milagroso que le habría hablado a Santo Tomás de Aquino: es casi un oratorio privado de la familia Carafa, varios de cuyos miembros están enterrados aquí. Y no te pierdas la monumental sacristía, con espléndidos frescos de Francesco Solimena de principios del XVIII. En este lado encontrarás también restos de antiguas iglesias incorporadas en la construcción de Santo Domingo.
El altar mayor es una impresionante creación barroca con mármoles de colores, mientras que podrás encontrar importantes esculturas de los siglos XIV al XVI en las capillas del lado izquierdo.
Al salir de la iglesia, también en vico San Domenico Maggiore, pasarás delante del noble Palacio Sangro, donde vivió y murió el extraño príncipe de Sansevero. A poca distancia de aquí, anunciada por los muchos visitantes que hacen cola ante el mostrador de la taquilla, encontrarás la Capilla de Sansevero, de la que te hablaré en un archivo aparte.
CURIOSIDAD: en el suelo de la iglesia de Santo Domingo puedes ver también la lápida de la tumba de Richard Luke Concanen, primer obispo católico de Nueva York, que murió en Nápoles en 1810 antes de embarcarse para ir a su nueva diócesis.