¡La Fontana de Trevi es uno de los lugares más cinematográficos de Roma!
En una mítica secuencia de la "Dolce Vita", la película de Federico Fellini ambientada íntegramente en Roma, la rubia y bella Anita Ekberg se sumerge en el estanque de la Fontana de Trevi e invita a Marcello Mastroianni para que la siga. Gracias a esta escena este hermoso monumento ha entrado en el imaginario colectivo como una de las maravillas de la Ciudad Eterna. Como comprobarás mientras paseas por el centro, la grandiosa fuente aparece ante ti de repente, pudiendo llegar hasta ella por una de las callejuelas que la rodean. La palabra "Trevi" deriva de las tres pequeñas calles que llegan a la plaza donde brota la fuente. Está alimentada por el ''Aqua Virgo", gracias a un acueducto de casi veinte kilómetros que fue construido por el cónsul Agripa para las termas imperiales.
La Fontana de Trevi data de la primera mitad del siglo XVIII y tienes que pensar en ella como la última gran proeza del barroco en Roma. El arquitecto Nicola Salvi tardó veinte años en construirla, transformando la fachada posterior del Palacio Poli en la entrada a un imaginario "palacio de Neptuno", una especie de monumental arco del triunfo con el barbudo dios del mar irrumpiendo entre caballos, tritones, rocas y chorros de agua.
Según una tradición muy conocida, quien dándole la espalda a la Fontana de Trevi lance hacia la misma una moneda, volverá a Roma. Por eso puedes ver tantas en el fondo, y por eso la policía municipal controla que nadie entre en el estanque para recogerlas, y hasta hace poco, incluso había una típica estafa que consistía en "vender" la concesión de la recogida de las monedas a los turistas más ingenuos. Pero había otra costumbre mucho más romántica, cuando un joven tenía que marcharse, su novia le hacía beber un vaso del agua de la fuente y luego lo rompía: así él le sería fiel y regresaría.
CURIOSIDAD: si te fijas, en el parapeto del lado izquierdo de la fuente hay esculpido un gran jarrón de travertino (llamado el "as de copas", porque recuerda al as de los naipes). Se dice que el arquitecto Salvi lo colocó a propósito para molestar la vista de un barbero que tenía allí al lado su negocio y que ¡no dejaba de criticar su trabajo!