MARAVILLAS DE LA GASTRONOMÍA, Maravillas De La Gastronomía

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Turín es famosa por su buena comida gracias a sus excelentes platos y vinos.

Empezamos con los entrantes: el más conocido es el vitel tonné, un asado frío de ternera con una salsa de mayonesa y atún. También podrás probar el Albese, finísimas lonchas de carne cruda de fassona, una raza de res piamontesa, o la battuta, es decir, la misma carne cruda pero triturada con un cuchillo.

Otros entrantes son la trota marinata, un pescado de agua dulce que se deja marinar en vinagre, cebolla y salvia durante la noche, y las anchoas con lengua de res en salsa verde: un picadillo a base de ajo, anchoas y perejil.

Las salsas son un elemento fundamental de la cocina turinesa: entre ellas, se encuentra la salsa roja, una salsa agridulce de tomate, y la bagna cauda, hecha a base de anchoas y ajo en aceite de oliva, que se usa para acompañar las verduras.

 

El primer plato típico por excelencia son los agnolotti, una pasta rellena de carne y verduras; también los hay más pequeños y se llaman al plin, es decir, «al pellizco». También podrás probar los tajarin, unos tallarines de huevo finísimos con salsa de carne picada y tomate.

 

Entre los numerosos segundos, podrás elegir el fritto misto, compuesto por casquería de distintos animales e incluso dulces y frutas fritas, y la finanziera, crestas de gallo, res y casquería estofadas con setas en aceite. Son especialidades antiguas que los campesinos inventaron para no desperdiciar nada.

También puedes probar el gran bollito, formado por varios tipos de carne cocida servida con salsa verde, salsa roja y fruta confitada en almíbar con mostaza, o el brasato al Barolo, carne de res estofada tras haber marinado durante ocho días en Barolo, un preciado vino piamontés. Son platos que nacieron en la cocina de la corte.

 

Entre los postres, te recomiendo los amaretti, galletas de pasta de almendras; el marron glacé, es decir, castañas confitadas; el bonet, un pudin de amaretti y cacao; la panna cotta, o los simples bizcochos de soletilla Savoiardi, que reciben su nombre de la casa real de Saboya.

 

Curiosidad: Turín fue un importante centro europeo en cuanto a producción de chocolate. De hecho, en Turín, a finales del siglo XVIII, se inventó el sistema para solidificar el chocolate, ya que hasta el momento solo se consumía chocolate a la taza.

 

¡Que aproveche!

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