¡La Mole Antonelliana es uno de los lugares más bellos y representativos de Turín!
Al mirar el paisaje de la ciudad es lo primero que se ve: una torre hormigón armado y vigas de acero, con una forma bastante curiosa y que domina el centro de Turín.
El arquitecto Alessandro Antonelli, del que recibe su nombre, la concibió en el estilo mixto típico del siglo XIX, un estilo con el que ya había experimentado trabajando en la cúpula de la Basílica de San Gaudencio de su ciudad natal, Novara.
Te parecerá extraño, pero el edificio surgió originalmente como una sinagoga, es decir, una iglesia judía.
Cuando en 1848 la Constitución de Carlos Alberto concedió libertad de culto a todos los ciudadanos, la comunidad judía compró el terreno para construir un nuevo templo, con una escuela anexa. El proyecto era grandioso: preveía elevar la altura de la construcción, pero hizo aumentar los costes y alargar los plazos, de modo que la comunidad judía renunció al mismo. Por tanto el arquitecto se vio obligado a interrumpir las obras con un techo plano provisional.
Unos años más tarde, el Ayuntamiento de Turín se puso de acuerdo con la comunidad judía para concederle otro terreno en el que poder construir una nueva sinagoga, a cambio de la Mole. De este modo la administración municipal terminó de construir el edificio asumiendo el coste del mismo, con el objetivo de transformarlo en un monumento a la Unidad de Italia, que se dedicaría al rey Víctor Manuel II.
Se reanudaron así los trabajos, entre muchas dificultades, incluido un terremoto, y finalmente, en 1889, la Mole estaba lista: aunque el arquitecto no pudo ver el final de su "sueño vertical", ya que murió un año antes, a la edad de noventa años. Fue su hijo Costanzo el que completo la aguja.
Que la Mole era un lugar perfecto para un museo era algo que ya se sabía en 1908, cuando se convirtió en sede del Museo del Risorgimento, que treinta años más tarde fue trasladado al Palacio Carignano. Más tarde se utilizó sólo para exposiciones temporales.
CURIOSIDAD: en 1889, cuando fue terminada, con sus 167 metros y medio, ¡la Mole Antonelliana era el edificio de mampostería más alto de Europa!