Pero la sección del Museo de Antigüedades que más te intrigará será la dedicada a los descubrimientos realizados en el Piamonte: los puedes encontrar en el ala parcialmente enterrada, que sugiere la idea de un auténtico viaje para descubrir los objetos ocultos bajo tierra.
Tu recorrido comienza con la sección prehistórica, pero consiste principalmente en piezas de época romana, entre los que se incluyen los de la antigua Augusta Taurinorum, la Turín romana. La colección está organizada en orden cronológico y te acompaña desde las épocas prehistóricas hasta la edad moderna. Quizá la parte a la que debas prestar más atención sea la de la Alta Edad Media, con preciosas joyas lombardas como la Cruz de Agilulfo.
Para los lombardos el Piamonte tenía gran importancia estratégica, ya que era la región fronteriza con el reino de los francos y, de hecho, fue a través del Piamonte por donde Carlomagno penetró en Italia y derrotó a los lombardos. Verás también muchos objetos de uso cotidiano, de los más diversos materiales, que te transportarán a la vida diaria de hace siglos o milenios.
Pero el corazón de esta sección, que no podrás olvidar, es el llamado tesoro de Marengo. Mientras araban un campo cerca de Marengo, en el sur del Piamonte, unos agricultores encontraron una caja de madera que contenía un amasijo de objetos de plata, con un peso total de 28 kilos. Se separaron las piezas y se limpiaron. Mientras un anticuario estaba organizando su venta al extranjero, el Estado italiano logró bloquear la operación y destinar el conjunto al tesoro de Turín. Los objetos se han fechado entre el segundo y el tercer siglo después de Cristo, y son de producción local o de la Galia meridional. Son en su mayor parte láminas y placas de plata parcialmente doradas que en su momento decoraron muebles y otros enseres.
El objeto más valioso de toda la colección, y que en ningún caso debes perderte, es el busto de Lucio Vero, que fue emperador junto a Marco Aurelio entre el 161 y el 169 después de Cristo.
CURIOSIDAD: todos los objetos que componen el Tesoro de Marengo estaban doblados, arrugados y comprimidos para poder meterlos en una única caja: evidentemente, en la época de las invasiones bárbaras se necesitaba poder transportarlos de manera rápida o esconderlos bajo tierra. La cuidadosa restauración para volverle a dar su forma tridimensional correcta a cada objeto requirió años de trabajo.