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La Catedral de San Isaac es una de las basílicas ortodoxas más grandes del mundo y cuenta, además, con una de las cúpulas más grandes jamás construidas. Está dedicada a San Isaac de Dalmacia, protector del zar Pedro el Grande, que nació precisamente el día de San Isaac.

La actual basílica es la cuarta construida en el mismo lugar, donde Pedro el Grande ya había construido una iglesia dedicada a su santo patrón. Sin embargo, con la expansión de la ciudad, el zar Alejandro I quiso una más majestuosa y confió la tarea al arquitecto francés August Montferrand que, en aquel entonces, tenía tan solo veinticuatro años.

Se necesitaron 40 años para completar la obra, de 1818 a 1858. El principal problema era el terreno pantanoso, que llevó a la utilización de 24.000 postes de madera para asegurar los cimientos. Además, hubo que idear métodos innovadores para erigir las gigantescas columnas del pórtico y se tardó 16 años para decorar el interior.

El exterior, de estilo neoclásico, recuerda a un famoso edificio de Vicenza, en Italia, que el gran arquitecto Andrea Palladio diseñó a finales del siglo XVI, la famosa Villa Almerico Capra, conocida como la «Rotonda», inspirada en el famoso Panteón de Roma. La estructura sigue la tradición ruso-bizantina y tiene una planta de cruz griega con una gran cúpula central y cuatro más pequeñas.

La cúpula central, chapada en oro puro y decorada con estatuas de ángeles, descansa sobre una estructura portante de hierro fundido y supera los 100 metros de altura.

La catedral, que está revestida de piedra gris y rosa, cuenta con un total de 112 columnas monolíticas de granito rojo con capiteles corintios de más de 100 toneladas de peso cada uno. En el techo hay, además, 350 estatuas.

Antes de entrar, fíjate en los espléndidos altorrelieves de bronce de los frontones de los pórticos. ¿No te parecen excepcionales? Dos de ellos muestran escenas de la vida de Jesús, La adoración de los Reyes Magos y La resurrección, mientras que los otros narran La Leyenda de San Isaac.

 

 

Curiosidad: para dorar la cúpula se utilizaba un compuesto de oro y mercurio que se calentaba con una llama alta. Lamentablemente, unos sesenta trabajadores murieron a causa de la inhalación de mercurio.

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