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La catedral de Berlín es la iglesia evangélica más grande de la ciudad. Su historia es larga y accidentada. Desde el siglo XV, al lado del Palacio Real hubo una pequeña capilla real.

En el siglo XVII, la capilla se amplió y se convirtió en la primera catedral calvinista de Alemania. En 1750 se construyó una fachada de estilo barroco.

 

Tras la unión de luteranos y calvinistas en la Iglesia Evangélica de Prusia, por voluntad de Guillermo II, entre 1894 y 1905, la estructura anterior se demolió para construir en su lugar una catedral de estilo neorrenacentista a partir del proyecto de los arquitectos Julius y Otto Raschdorff, padre e hijo.

Por desgracia, la catedral sufrió graves daños durante los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, por lo que el suntuoso edificio actual es fruto de una profunda restauración que finalizó en 1993.

 

La catedral ahora aparece aislada porque el Palacio Real, que se encontraba al lado, también quedó destruido tras los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial y, después, fue demolido por el gobierno de la República Democrática Alemana. Un lado de la catedral se asoma al río Esprea, mientras que el otro mira hacia el parque Lustgarten, el «jardín de las delicias».

El edificio se erige imponente, y cada detalle arquitectónico resulta finamente decorado, hasta el punto de ofrecer al visitante una imagen de lujo y riqueza que se adapta perfectamente a una catedral.

 

El interior es igualmente lujoso. Un gran ambiente circular domina el espacio decorado con estucos y recubrimientos de oro. El altar mayor, de estilo barroco, obra de Friedrich August Stüler, proviene de la catedral anterior, mientras que la nueva parte superior de madera está adornada con las estatuas de los doce apóstoles.

Te recomiendo el magnífico órgano en el pasillo de la izquierda. Construido en 1905 por Wilhelm Sauer, está formado por nada más y nada menos que 7.269 tubos y es uno de los más grandes del país.

También puedes bajar a la cripta, que custodia los sarcófagos de numerosos miembros de la dinastía de los Hohenzollern, o subir los 267 escalones que conducen a la galería panorámica a 114 metros de altura, desde donde se disfruta de unas vistas espectaculares de Berlín.

 

Curiosidad: la catedral, a pesar de estar considerada como tal, en realidad no lo es, ya que el obispo de Berlín reside en la iglesia de Santa María.

 

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