El Museo Antiguo es obra del arquitecto Karl Friedrich Schinkel y es el más antiguo de la ciudad, además de ser el primer museo en construirse en la Isla de los Museos, en 1830.
Su estructura es colosal, tanto que los nazis usaron su larga fachada con columnas como escenario de sus numerosas manifestaciones de propaganda.
Una amplia escalinata te conduce bajo un pórtico de columnas hasta la entrada. Cuando cruces el umbral, llegarás a un luminoso espacio circular cubierto por una cúpula. Alrededor de ti, 20 estatuas te invitan a entrar.
En la planta baja se encuentra el arte clásico. Podrás observar el completo desarrollo de la producción artística griega, ya que el museo conserva obras que se remontan mil años antes del nacimiento de Cristo. Verás ánforas, jarrones, yelmos, estatuas y pequeños objetos de culto y de la vida cotidiana que dan una idea exhaustiva de cómo era la vida en la Antigüedad.
Entre las obras de arte helenístico, es decir, realizadas tras la muerte de Alejandro Magno, no te pierdas el llamado Betende Knabe, el niño que reza. El joven, desnudo, está representado con los brazos en alto, en el momento en el que se dirige a una divinidad. El arte helenístico se diferencia del clásico porque es más realista, mientras que antes se tendía a idealizar el cuerpo y los rasgos del sujeto representado.
Esta estatua gustó tanto a Napoleón y a Stalin que ambos la robaron y se la llevaron a sus respectivos países, obviamente en épocas distintas, pero en ambas ocasiones la obra fue devuelta a Alemania.
En la planta superior, puedes sumergirte en la cultura y en la historia de las civilizaciones etrusca y romana. Puedes observar la conocida como Tabula Capuana, una placa de terracota que contiene el texto en etrusco más largo jamás conocido, y admirar las numerosas urnas funerarias y sarcófagos. Entre los hallazgos que provienen de las villas romanas, no te pierdas el Mosaico del Nilo, que representa el curso del río lleno de hombres trabajando y de animales.
Curiosidad: la enorme pila de granito que destaca al fondo de la escalinata de entrada estaba pensada para recibir a los visitantes dentro del museo. Por desgracia, no fue posible debido a su elevado peso, ya que la pila se extrajo de un único bloque de piedra que llega a superar los siete metros de diámetro.