El palacio real de Charlottenburg es el símbolo evidente del poder de la dinastía de los Hohenzollern, que reinó primero en Brandeburgo y, después, en toda Alemania.
El palacio, junto con el espléndido jardín, son las atracciones principales del barrio homónimo de Charlottenburg, que rodea el centro de Berlín al suroeste.
El palacio sufrió graves daños durante un bombardeo el 23 de noviembre de 1943, tanto que se pensó en demolerlo por completo. En cambio, en 1952 se decidió reedificarlo y las obras, que terminaron en 1970, le devolvieron su antigua belleza.
Tienes que entrar en la court d'honneur para admirar el exterior de este grandioso palacio. Frente a ti se encuentra la estatua ecuestre del elector Federico Guillermo de Hohenzollern, obra de Andreas Schlüter, que data de 1699. Esta escultura estaba ubicada originalmente frente a la casa de la familia real, en el céntrico barrio de Mitte. Para salvarla de la guerra, la trasladaron a Potsdam, pero se hundió con el ferri que la transportaba por las aguas del lago de Tegel. Se recuperó en 1950 y se colocó aquí en 1965.
El palacio de Charlottenburg es el fruto de distintas etapas de construcción. El cuerpo central representa el núcleo original, construido por voluntad de la reina consorte Sofía Carlota, esposa del rey Federico I de Prusia, que deseaba tener un palacio de verano a las puertas de Berlín. El proyecto se le encomendó a dos arquitectos, Johann Arnold Nering y Martin Grünberg, y se finalizó en 1699 en estilo barroco.
Ya a principios del siglo XVIII se realizó la primera ampliación con la construcción de un ala a la izquierda del cuerpo central, mientras que Federico II el Grande, en 1746 aproximadamente, encargó la construcción del ala derecha. El soberano confió el proyecto a Georg Wenzeslaus Knobelsdorff.
Otros tres edificios completan este grandioso complejo arquitectónico. Se encuentran en el jardín, y son el Neuer Pavillon (el «pabellón nuevo»), el Belvedere y el Mausoleum.
Curiosidad: en 1705, cuando Sofía Carlota murió, su esposo Federico se quedó tan afligido que rebautizó esta residencia y todo el barrio circunstante con el nombre de su amada.