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Al norte del palacio de Charlottenburg se abre el Schlossgarten, un enorme parque y uno de los destinos favoritos de los berlineses para pasear y hacer pícnic.

Este inmenso espacio al aire libre está decorado, por una parte, como un jardín «a la francesa», centrado en la simetría y decorado con esculturas y fuentes y, por otra, como parque natural «a la inglesa», que sigue unas directrices más libres en una naturaleza que se presenta más salvaje, aunque siempre cuidada.

El primer trozo del parque se diseñó en 1697, y fue el primer parque de estilo francés de Alemania. Después, a principios del siglo XIX, el arquitecto paisajista Peter Joseph Lenné lo amplió añadiendo el área a la inglesa, parecida a un bosque, con caminos y senderos que te guían por estanques, prados y claros.

 

Escondidos en la inmensidad de esta naturaleza que crece de forma lujuriante, se encuentran el sobrio Mausoleo, el refinado Pabellón Nuevo y el precioso Belvedere.

 

El primero, como su propio nombre indica, es el lugar en el que se hallan enterrados algunos miembros de la familia Hohenzollern. Lo construyó Heinrich Gentz en 1810 por voluntad del rey Federico Guillermo III, que quería sepultar aquí a su amada esposa Luisa. Con el trascurso del tiempo, el pequeño edificio de estilo neoclásico acogió también los restos de otros miembros de la familia real, entre ellos el del emperador Guillermo I y el de su esposa, Augusta.

 

El Belvedere es un precioso palacete coronado por una cúpula, construido en 1788. El exterior, de color blanco y verde menta, está rematado por un grupo de niños que sujetan una composición floral. Actualmente, en su interior puedes ver una preciosa colección de porcelanas.

 

El Pabellón Nuevo (Neuer Pavillon en alemán), lo diseñó el renombrado arquitecto Schinkel para Federico Guillermo III. Alberga una pequeña exposición de cuadros; son de especial interés algunas obras del gran maestro del romanticismo Caspar David Friedrich.

 

Curiosidad: precisamente dentro de las salas del Belvedere tenían lugar las reuniones de la legendaria orden secreta de los Rosacruces, que nacieron en Alemania en el siglo XVII y de la que Federico Guillermo II era miembro.

 

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