La parte más interior del Hofburg, construido sobre el antiguo castillo medieval, es el Patio Suizo, llamado así por la nacionalidad de los soldados que formaban la guardia de María Teresa. Se accede a él a través de un bonito portal renacentista de mediados del siglo XVI, época del archiduque Maximiliano I, a quien se debe el aspecto actual del complejo.
Al fondo del patio, una escalera exterior conduce a la sencilla y evocadora capilla de la corte; por debajo se accede al extraordinario conjunto de orfebrería y objetos preciosos que forman el tesoro imperial, la Schatzkammer.
La colección se divide en dos partes: tesoro profano y tesoro sacro. La primera contiene objetos cargados de significado simbólico, vinculados a ceremonias solemnes de la corte o destinados a subrayar el poder imperial: coronas, globos terráqueos, cetros, espadas, todos ellos adornados con gemas. También se pueden contemplar valiosos regalos recibidos de otros soberanos y los vestidos que lucían los príncipes con motivo de su bautizo. La colección también cuenta con objetos relacionados con Napoleón y su familia, como una bonita cuna tallada y dorada.
La sección del tesoro sacro, por su parte, conserva una serie de objetos cuyo valor histórico, belleza artística y riqueza intrínseca de los materiales alcanzan niveles incalculables. Es el caso de la corona de oro y esmalte realizada por orfebres del sur de Alemania en el siglo X para la coronación de Otón I, o del gran y fabuloso manto de color púrpura y oro, con motivos de leones y dromedarios, tejido en Palermo en 1133 para la coronación de Roger II. Los relicarios y otros objetos sagrados de oro, marfil y piedras preciosas, que pertenecieron a varios emperadores, también forman parte de esta sección. Una obra maestra del arte textil es la serie de paramentos sacerdotales del siglo XV, con figuras de santos y escenas de la vida de Cristo, bordadas siguiendo sofisticados diseños de pintores flamencos.
Curiosidad: los domingos por la mañana se celebra una misa en la capilla de la corte acompañada por el coro de voces blancas de los Niños Cantores de Viena, fundado en 1498 y compuesto por un centenar de niños. El lugar y la ceremonia son profundamente evocadores, pero, dado el número limitado de plazas, las entradas deben comprarse antes del viernes anterior.