La Wiener Staatsoper, es decir, la Ópera Estatal de Viena, fue el primer edificio en terminarse de los planificados a lo largo del Ring, en 1869.
Aunque actualmente es uno de los teatros de ópera más famosos del mundo, al principio no gozó de la simpatía de los vieneses, quienes, incluso durante su construcción, criticaron su total falta de estilo. El golpe de gracia lo dio el emperador Francisco José, ¡que llegó a compararlo con una «estación de ferrocarril»! Quizá debido a las fuertes críticas, sus dos principales arquitectos, Eduard van der Nüll y August Sicard von Sicadsburg, no lograron verla terminada, ya que ambos fallecieron antes de su finalización.
¡Quién hubiera imaginado que, tras su inauguración oficial con Don Giovanni de Mozart, la tan criticada Wiener Staatsoper alcanzaría la fama internacional con su prestigiosa programación de ópera!
Sea como fuere, el teatro está en gran parte reconstruido, ya que fue víctima de un bombardeo aéreo durante la Segunda Guerra Mundial. Solo se salvaron la fachada frontal, que había sido tapiada por seguridad, la escalera principal y el vestíbulo pintado al fresco por Moritz von Schwind. Todo lo demás quedó completamente destruido.
Las obras de restauración comenzaron inmediatamente después del final de la guerra y en 1955 el teatro fue reinaugurado con Fidelio de Beethoven, ópera con la que también se celebró la independencia de Austria, proclamada unos meses antes.
Recientemente, la Wiener Staatsoper, adaptándose a los tiempos modernos, ha incorporado tecnología de última generación, incluyendo pantallas con vídeos informativos y subtítulos, disponibles para todas las butacas. En cambio, ¡las normas de la elegancia clásica que se mantienen entre el respetable público no han cambiado!
Curiosidad: los dos arquitectos, Eduard van der Nüll y August Sicard von Sicardsburg, además de ser grandes amigos, colaboraron a lo largo de su vida en diversas obras. Pero, su trabajo más importante, la Ópera de la Corte, que debería haberles consagrado, generó una fuerte campaña de prensa en su contra. Eduard van der Nüll se ahorcó en 1868 y su amigo murió solo 10 semanas después.