La cripta, como ves, está precedida por una triple puerta con arcos de estilo medieval.
Después de dejar una ofrenda simbólica, te encontrarás en el interior de esta impresionante iglesia de estilo neorrománico, que a menudo se pasa por alto por parte de los turistas, aunque también por los propios madrileños, en favor del más visible y famoso templo principal de la superficie.
Este impresionante subterráneo fue el primer espacio de todo el complejo que se abrió al público en 1911. Sus dimensiones y su forma, con planta de cruz alargada, reproducen los de la "casa madre" de la planta superior, aunque aquí naturalmente el techo es más bajo.
Piensa que hay cerca de cuatrocientas columnas, ¡y no hay dos con los capitales iguales! En uno de estos capitales, si consigues encontrarlo, está el emblema de Madrid, el oso y el madroño.
En medio de este bosque de columnas, si recorres la nave lateral, podrás observar varias capillas, iluminadas por vidrieras espectaculares. A tu derecha, cerca de la entrada, encontrarás también la imagen más importante de toda la cripta, que es quizás una de las más antiguas de Madrid: la llamada "Nuestra Señora de la Flor de Lis", una pintura mural que fue ordenada por el rey Alfonso VI pocas décadas después del año mil para celebrar una victoria en la guerra.
Cuando estés en el fondo de la cripta, te encontrarás rodeado de tumbas: las de las capillas, las suspendidas en las paredes y las del suelo. Desde aquí puedes disfrutar de una espléndida vista del conjunto de columnas y del altar mayor, donde destaca una imagen de la Virgen de la Almudena, copia de la que se encuentra en la Catedral.
CURIOSIDAD: ¿sabías que la catedral suscitó muchas polémicas a comienzos del siglo XX? Muchos pensaban que los 3 estilos diferentes, neorrománico, bizantino y morisco, eran demasiados para una sola iglesia... aunque también el hecho de que los murales y las vidrieras se inspirasen en el estilo de las iglesias ortodoxas no gustaba a todos los católicos.