Te encuentras ahora en el corazón y centro de El Escorial, es decir, la iglesia, que es una versión reducida (¡pero no demasiado!) de la basílica de San Pedro de Roma. También aquí, como ves, estamos ante un estandarte de la sencillez: una fachada lineal entre dos torres en posición retrasada, con una sobria portada clásica y seis estatuas de los monarcas del Antiguo Testamento, que simbolizan la legítima descendencia bíblica de la dignidad real.
Al entrar te sientes casi perdido en un espacio enorme, piensa que el interior de la basílica alberga ¡nada menos que cincuenta altares!
Al fondo, tu mirada quedará de inmediato atrapada por el impresionante retablo, obra con esculturas y pinturas sobre el altar mayor, y que está realizado con materiales preciosos como el ónice, el jaspe y el bronce. En el centro, un dramático lienzo nada menos que de Tiziano, representa el Martirio de San Lorenzo, que es el santo al que, te recuerdo, está dedicado todo El Escorial. Observarás también una gran presencia de artistas italianos: el genovés Luca Cambiaso por los frescos del coro, y el napolitano Luca Giordano por las bóvedas de las naves, realizadas un siglo más tarde, a finales del siglo XVII. Aquí todo es gigantesco: el detalle más llamativo es quizás el atril del coro.
El rey tenía a su disposición un asiento reservado en la tribuna, donde se alinean los asientos de madera realizados según diseño de Juan de Herrera.
Si quieres familiarizarte con el aspecto de Felipe II, lo puedes ver arrodillado orando junto al altar, en forma de estatua de bronce dorado, con su familia alrededor; en el lado opuesto del coro, un grupo similar de esculturas, también de bronce dorado, representa a la familia de su padre, el gran Carlos V.
Te sugiero que visites también la exquisita sacristía, una gran sala ricamente decorada con frescos del siglo XVI, mobiliario sagrado, relicarios y armarios para las vestimentas sacerdotales. En la pared del fondo, un gran lienzo representa la propia sacristía, con una ilusión óptica fascinante de espacios reales y espacios pintados.
CURIOSIDAD: ve a ver el refinado y admirado Crucificado de mármol esculpido por el florentino Benvenuto Cellini, que se expone en el altar de la primera capilla de la izquierda: observándolo con una iluminación determinada, te parecerá que el torso del Cristo toma la apariencia de un rostro misterioso.