Y así llegamos finalmente a la plaza de España, una de las más grandes de la ciudad, grandioso intermedio entre la Gran Vía y su prolongación natural cuesta arriba, la calle Princesa. La plaza está dominada por un par de torres, el Edificio España y la Torre de Madrid: diseñadas por los hermanos Otamendi, uno arquitecto y el otro ingeniero, se erigieron en los años cincuenta como orgullosos rascacielos de una capital que se proyectaba hacia la modernidad después de los horrores de la guerra civil.
Si quieres admirarlas en su totalidad, te aconsejo que vayas al centro de la plaza, pasando junto a la fuente de las conchas, hasta el estanque en el que se refleja el monumento de granito dedicado a Miguel de Cervantes. Esta imponente escultura fue erigida para el tercer centenario de la obra más importante de la literatura española: "El Quijote". Bajo la figura de piedra del escritor están sus hijos literarios, Don Quijote y Sancho Panza, de bronce: a ellos, por cuestiones de paridad, se han sumado luego las dos figuras femeninas principales de la novela: Dulcinea y Aldonza.
Desde aquí puedes apreciar por completo la fachada del Edificio España, con su característica estructura escalonada. Tienen 115 metros de alto distribuidos en 25 plantas, fue el rascacielos más alto de Madrid: incluía un hotel, apartamentos, oficinas y un centro comercial, conectados por treinta ascensores: hoy, este Empire State Building madrileño yace abandonado, víctima de varios cambios de propietario, acompañados de continuas polémicas. Próximamente se debería restaurar para albergar un hotel de lujo.
El rascacielos de la izquierda, la Torre de Madrid, mide 142 metros, y fue por un tiempo el edificio de hormigón armado más alto del mundo. Al fondo de la plaza, en la esquina con la calle Bailén, no te pierdas la deliciosa arquitectura de gusto ecléctico del edificio de la Real Compañía Asturiana de Minas, de finales del siglo XIX. En la esquina en enfrente puedes ver uno de los pocos ejemplos de modernismo de la capital, la "Casa Gallardo".
CURIOSIDAD: si miras atentamente el monumento a Cervantes, también verás representados los cinco continentes, que simbolizan la universalidad de una obra famosa en todo el mundo.